1.949 – Música de jauría

eugenio mandrini-2  Todo el tiempo aullidos.
Aullidos de amantes destronados. Aullidos de tenores desesperados por querer que los sordos oigan y aplaudan. Aullidos del viento en las hendijas de paredes de cartón. Aullidos del que increpa al sol porque no es cierto que él alumbre para todos. Aullidos de los perros que perdieron el regazo del último baldío. Aullidos del odio en el amor y del amor en el odio. Aullidos cuando el cielo se desploma en forma de bomba. Aullidos del que soñó con la muerte y al despertar e ir al espejo, el espejo no lo vio. Aullidos de ambulancias aun en esas perfumadas noches de primavera. Aullidos del microcuentista que se extravió en los laberintos de la poesía. Aullidos del martillazo en el dedo y del aceite en el fuego. Aullidos de Dios en el octavo día. Aullidos de por no saber dónde estamos, ni qué fuimos a buscar tan lejos, ni por qué volvemos siempre al lugar de la ausencia. Aullidos del hambre que está solo y sin mesa. Aullidos de lujuria de los trenes nocturnos que se desvían de los rieles y persiguen a las vacas solitarias.
Todo el tiempo aullidos.
¿Cómo desoír entonces la música de la época?
En cuanto a mí, ya estoy aprendiendo a gruñir.

Eugenio Mandrini
Las otras criaturas (Menoscuarto, 2013)

1.948 – Penélope (I)

manuel moya  No podía creerlo. ¡Con mi mejor amigo! Era ella. Perdón, quiero decir, que es ella, que sigue siendo ella, que es ella misma, vaya, a pesar de esa frialdad, de ese escupirme sus palabras. Mire, durante años he seguido su pista por todas partes. Bien, quizás no me porté bien. Quizás se tomó demasiado a pecho aquella aventura, aquellos malos modos. Usted, que es taxista, sabrá perdonar todas estas pequeñas veleidades domésticas. El caso es que de un día para otro me abandonó y desde entonces no he hecho más que buscarla. Portugal, Francia, Italia, Alemania… el mundo no tiene secretos para mí. Allá donde había una pequeña pista, allá que iba yo, con el corazón en un puño, dispuesto a hacerme perdonar. Once años dando tumbos es mucho tiempo, así que, decepcionado y sin un céntimo, decidí regresar. Pero fue marcar el número de mi mejor amigo cuando, zas, se me apareció su voz. Dios, pensé, cómo no se me había ocurrido. Durante un par de segundos, dudé, pero no, no cabía la menor duda: era su voz. “Llama al número 931 22 45 23 —me dijo—. En este momento no podemos atenderle, pero si desea dejar un mensaje, por favor, hágalo después de oír la señal”, añadió con maligna frialdad, pronunciando cada palabra como si me escupiera a la cara.

Manuel Moya
Caza mayor.Ed. Baile del sol.Tenerife.2014

1.947 – La importancia de la música

martin gardella  Se enamoró de ella en una discoteca, al verla sacudir sus curvas al ritmo de “Like a virgin”. Esa misma noche, la besó sobre el asiento reclinado de su automóvil, apenas ella susurró junto a su boca el estribillo de “Bésame mucho”. Más tarde, en un hotel del microcentro, libraron una lucha cuerpo a cuerpo, mientras sonaban las estrofas de “She´s so hot” en la voz de Jagger. Algunos años después, frente a una orquesta de mariachis que tocaba “Si nos dejan”, se juraron amor eterno bajo los estrellas.
Atesoraba una canción en sus recuerdos por cada momento trascendental de su vida. Por eso, la tarde en que descubrió que el amor de su mujer se había extinguido, puso a sonar bien fuerte “I used to love her”, antes de ejecutar los disparos.

Martín Gardella
http://livingsintiempo.blogspot.com.es/2012/05/la-importancia-de-la-musica.html

1.946 – Contramedidas

Pedro Herrero_110921  El mago me ha invitado a que coja una carta de la baraja y la guarde en el bolsillo sin enseñársela a nadie. Luego ha colocado el mazo ante sus ojos, ha fingido atravesarlo con la mirada y, tras pronunciar en voz alta el nombre de la carta ausente, me ha pedido que la recupere y la muestre al público.
Yo vengo a menudo a este local nocturno. Y no precisamente a dejarme engatusar por las argucias de un intruso con chistera, sino a ser yo el que seduzca a toda hembra apetecible que se me ponga por delante.
Sabía que era solo cuestión de tiempo, que algún día el mago querría hacerme el numerito. Suele rondar por las mesas de la sala y elige grupos concurridos, ante los cuales pueda dejar en evidencia a quien lleve la voz cantante.
Esta noche tengo suerte, soy el centro de atención de varias ninfas predispuestas, con las que llevo un buen rato tomando copas como si fuera un pachá. Por eso respondo a la propuesta del mago con una sonrisa díscola, que él, de momento, parece no querer entender. La entenderá enseguida, cuando de mi bolsillo -previamente lleno de cartas- saque aquella que él no espera.

Pedro Herrero
http://www.humormio.blogspot.com.es/2014/06/contramedidas.html

1.945 – Declaración de amor

pilar galan 5  Yo no sé si al final del camino nos esperan Mercadona, Carrefour, Eroski, DIA o el Lidl, o la sección grandes marcas de productos gourmet, no se trata de eso.
No sé si nos esperan tu madre, la mía, sus achaques, el olor a sumidero de las tardes de domingo, las comuniones de trajes que pican, las bodas llenas de primos que no conoceremos ni nos importarán nunca, la sangría de tu padre, su barriga como una pelota a punto de explotar al sol, los talones agrietados, los codos, las orejas, los pelos de la nariz, o cualquier parte de nuestra anatomía susceptible de contrata y derribo.
No sé si al final o en el medio nos aguardan las peleas, el sexo rápido antes del trabajo, los sábados de grandes superficies contra las parcelas pequeñas de los lunes, los análisis, el miedo, los deberes y la trigonometría que ni se da ni me importa, porque esto es el principio y no el final, es la línea de cajas, no la sección congelados, y en medio, hasta llegar al despiece de carne y los cadáveres de conejos, tan de posguerra, aún nos queda la juguetería, los dulces, las chuches, el aroma del té de limón, el café, la leche, el azúcar, la sal, el agua, la vida.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed De La Luna Libros. 2014
http://editorial-delalunalibros.com/tecleo-en-vano-pilar-galan
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/pilar-galan-escritora-nuestra-lengua-define-estamos-hechos-palabras_794909.html

1.943 – Desacuerdos

jose_antonio_ayala  Después del entierro de su mujer llamaron a la puerta. Se levantó perezosamente de su sillón y salió a abrir.
Allí estaba ella, que le espetó nada más verlo: -¿Puedo pasar?
-Pero ¿no te habías quedado en el cementerio? -respondió él.
-Sí, pero ya sabes, la catalepsia…
-¡Ah bueno! Lo siento.
-En vez de decir «lo siento» debías haber comprobado bien que no estaba muerta.
-¡Vaya! -pensó él-, de nuevo comenzaban los desacuerdos entre ambos.

José Antonio Ayala
Chispas. Editora Regional. Murcia.2005

1.942 – La cultura del terror/1

eduardo galeano34  La Sociedad Antropológica de París los clasificaba como a insectos: el color de la piel de los indios huitotos correspondía a los números 29 y 30 de su escala cromática.
La Peruvian Amazon Company los cazaba como a fieras: los indios huitotos eran la mano de obra esclava que daba caucho al mercado mundial. Cuando los indios huían de las plantaciones y la empresa los atrapaba, los envolvía en una bandera del Perú empapada en querosén y los quemaba vivos.
Michael Taussig ha estudiado la cultura del terror que la civilización capitalista aplicaba en la selva amazónica a principios del siglo veinte. La tortura no era un método para arrancar información, sino una ceremonia de confirmación del poder. En un largo y solemne ritual, a los indios rebeldes les cortaban la lengua y después los torturaban para obligarlos a hablar.

Eduardo Galeano
El libro de los abrazos. Editorial Siglo XXI.2009

1.940 – Algo

Pedro Herrero_110921  Aunque su familia y amigos le decían que tenía que rendirse a la evidencia, la joven casada se negaba a aceptar que su marido hubiera muerto en la violenta explosión del pozo de petróleo. Aunque había visto esa misma situación en las películas, y sabía que en la vida real las cosas también se tuercen de un día para otro, la madre de dos hijos en edad escolar no estaba dispuesta a enfrentarse a un futuro estéril, carente de sentido. Aunque una voz interna la animaba a ser fuerte para poder salir adelante, superando la adversidad, ella se veía incapaz de dar un paso en ninguna dirección. Pero cuando, al cabo de unos días, llamaron a la puerta y apareció su marido, sano y salvo, hubo algo más que un abrazo apasionado, humedecido por lágrimas histéricas. Algo que buscaba respuestas antes de formular las preguntas adecuadas, acerca de cómo había sobrevivido a la catástrofe, acerca de cómo no habían dado con él los equipos de salvamento. Algo quizás irracional, causado por la súbita liberación de un estado nervioso prolongado, acerca de dónde había estado desde entonces, y acerca de dónde estaba en realidad (y con quién) cuando todo ocurrió. Algo extraño, en definitiva, oculto en una atmósfera irrespirable de felicidad espontánea, que dio paso a otro tipo de preguntas, formuladas de noche junto al cuerpo yerto de su marido, más frío que de costumbre. Algo acerca de quién era él en realidad, y por qué había regresado.

Pedro Herrero
http://www.humormio.blogspot.com.es/2014/01/algo.html

1.939 – Oro

_JU17161  Gold Treasure Endeavors and Co., empresa norteamericana con base en Miami especializada en el rescate de antiguos galeones hundidos, reclamó la propiedad del oro hallado entre los restos del naufragio de La Hispaniola, a 170 metros de profundidad frente a la costa de Cádiz, 36n 7w. Uno de sus barcos lo había encontrado, así que a ellos pertenecía.
El Gobierno español hizo pública una queja formal. El galeón en el que el oro había sido hallado tenía pabellón español. Había sido fletado por su majestad el rey Felipe IV en 1631, así que cuanto había en él pertenecía en justicia a la corona española.
El Estado peruano alzó también su voz. El barco será español, pero el oro que transportaba es peruano, producto del saqueo sistemático al que los españoles sometieron a sus colonias tras la Conquista.
Los indígenas peruanos, descendientes de los legítimos propietarios del oro sustraído, no alcanzaron a leer la noticia.

Fernando León de Aranoa
Aquí yacen dragones. Seix Barral, Biblioteca Breve.2013