1.969 – Por unos dólares más

juan-armando-epple  Cervantes cuenta que el viejo hidalgo era asistido por «un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera». Marco Denevi reparó en que este personaje nunca más se menciona en la novela. Algún lector del siglo XIX sugirió que el hidalgo había sorprendido al mozo con la sobrina y lo expulsó de la casa. Pero la explicación verdadera ya la conocía Cide Hamete, quien decidió eliminarlo del libro por una razón valedera: don Alonso Quijano le había ofrecido al mozo el puesto de escudero, pero este rechazó la oferta porque no incluía paga extra. El mozo perdió una oportunidad de ser conocido por los siglos venideros porque no sabía que la fama puede atraer dinero a veces, pero no a la inversa.

Juan Armando Epple
Los microrrelatos de La nave de los locos. Ed. Cuadernos del vigía. 2010

1.968 – El ardor de las palabras

javier Ximens  Después de unos años creando el poema destinado a declarar su amor a la joven viuda —ahora ya madura—, por fin lo tenía acabado, quedándole tan solo decidir si en el verso mil seiscientos treinta era mejor poner una u otra palabra, cuestión esta a la que se consagraba durante las tres últimas semanas.
Se sentía muy gozoso de haber hallado las locuciones precisas para sus cabellos sedosos, las cejas escarzanas, la recoleta mirada, el fulgor de su sonrisa, la constelación de lunares del cuello, su exuberante castidad, los gestos de gala y así hasta las uñas de los pies: de nácar irisado. Dudó mucho con los pechos, pero se dijo que debía ser decidido y los adjetivó como melíferos. Sin embargo, estaba dubitativo hasta la extenuación para escoger la palabra adecuada al sentir de su propio corazón.
Una mañana que paseaba por el parque reflexionando sobre las pasiones que se abrirían o cerrarían por la decisión, le avisaron de que su casa estaba ardiendo. Al llegar a la devastada vivienda y ver los manuscritos calcinados, continuó preguntándose —ahora ya sin sentido alguno— si era más preciso decir que había sido el fuego o la llama.

Javier Ximens
http://ximens-montesdetoledo.blogspot.com.es/2012/11/el-ardor-de-las-palabras.html

1.967 – Reinserción

Pedro Herrero_110921  El hijo del lechero ha entrado en la farmacia. A la chica del mostrador le ha costado reconocerlo porque, aunque su cara es famosa en todo el barrio, hace tiempo que no le echaba la vista encima. Lo encuentra cambiado, desprovisto de aquella actitud beligerante con la que intimidaba a propios y extraños. Los pequeños surcos que agrietan sus sienes delatan que ha debido pasarlo mal en la cárcel. Ahora es otra persona, capaz incluso de inspirar confianza. Pero cuando deja oír su voz para pedir una caja de Tranxilium-Forte, la chica del mostrador nota el mismo estremecimiento que antaño la hacía sentir vulnerable, a expensas de lo que el destino le tuviera reservado. A más de un vecino ha oído comentar que el joven se ha reformado, que ha aprendido a respetar las normas elementales de convivencia. Ya no hay motivo para pensar que esconde oscuras intenciones; por más que ella se demora en atenderle, en comentar con detalle la posología recomendada para aquel medicamento, en preguntar -con una sonrisa en los labios- si necesita algo más… Todo es inútil: el hijo del lechero se guarda las cápsulas en el bolsillo, da el importe exacto y se despide deseando que pase un buen día.

Pedro Herrero
http://www.humormio.blogspot.com.es/2014/05/reinsercion.html

1.966 – El amante de las sombras

rafael perez estr22 Aprovechó su amor y la entrega para, hábilmente, apoderarse de su sombra. Con besos y caricias, con historias fantásticas en las que las islas serían testigos de su vida en común, fue despegando la sombra de su cuerpo; y ella -absorta y seducida- no notaba nada. Sólo cuando el amante huyó con la sombra, los gritos se mezclaron con las lágrimas.

Rafael Pérez Estrada

Los Amores Prohibidos, 1995

Para lectores con buena memoria: Este cuento fue publicado en esta página, con el número 1.601 el 28 de julio de 2013. Ese día, por error publiqué dos cuentos con la misma  fecha y el mismo número. Queda así equilibrado ‘Un cuento al día’.

1.964 – Temores

_JU17161  Hay un lugar en el mar, donde se cruzan los meridianos, en el que el demonio se bañó un día. Allí se hunden los barcos sin remedio.
Dicen que se puede caminar por la superficie del agua sobre los restos de sus naufragios. Han formado una isla, que adornan las banderas de mil barcos quebrados.
Temen los marineros rozar ese lugar con su quilla un día. Lo señaliza la muerte, pero miente a menudo.

Fernando León de Aranoa
Aquí yacen dragones. Seix Barral, Biblioteca Breve.2013

1.963 – Carencia: f. Falta o privación de algo

ivan teruel02  Un edificio a medio construir, un puzle inacabado, la manga vacía de la gabardina de un manco, el torso de Belvedere. Ese extraño embelesamiento. O aquella necesidad de buscar siempre alguien inseparable: en el colegio, en el instituto, en la universidad. Y después Valeria y la manera desesperada de entrar en ella. Apenas un sucedáneo. La condición de hijo único, pensabas. Pero un día, inesperadamente, aparece la foto de colores desvaídos, con el año de tu nacimiento en el reverso. La foto de tres, tal vez tomada por tu padre. La foto en que tu madre, con una expresión que no le recuerdas, posa, feliz, con dos bebés en el regazo. Dos bebés iguales, exactamente iguales.

Iván Teruel

Un jurado formado por las escritoras Ana María Shua y Gemma Pellicer, y por el profesor y crítico literario Enrique Turpin ha decidido otorgarle el premio anual que concede la Microbiblioteca de Barberà del Vallès (Barcelona) a Iván Teruel.

1.962 – La triste historia de la tia Rita

esperanza temprano  Nació ya siendo mayor y se perdió lo mejor, por eso siempre luce la sonrisa de un monigote triste. Se quedó enganchada en esa guerra que le robó los besos que nunca dio y los novios que nunca tuvo, y se refugió en la pegajosa felicidad de las pastillas de café con leche. Una noche de marzo, cuando los caramelos empezaron a saberle a café amargo, saltó al vacío, pero se levantó y siguió muriendo. Ahora ya ni los prueba, no sea que se le peguen a los dientes que no tiene y a los recuerdos que no guarda.

Esperanza Temprano Posada
http://elrastrodelapalabra.blogspot.com

Relato ganador del I Concurso de microrrelatos El Microrrelatista

1.961 – La rana solista

Jaime Alberto Velez G.  Aburrida del coro, y convencida de sus dotes singulares, una rana decide cantar por su propia cuenta. Lo hace a toda hora, en cualquier lugar, pero mucho más, desde luego, si cuenta con un público que pueda escucharla.
Cuando el coro de sus hermanas comienza a cantar, la rana se retira malhumorada a la cúspide de una piedra distante, y da inicio a unos cantos llenos de ironía contra su especie. Esta rareza genial le vale ser conducida al laboratorio de un famoso naturalista, que la exhibe en una jaula dorada ante un público entre impávido y desconcertado.
En la actualidad, la rana no duda en considerarse la más eximia de todos los tiempos, pero cuánto lamenta que no viva, por allí cerca, alguien de su especie capaz de envidiar sus logros.

Jaime Alberto Vélez G.
http://e-kuoreo.blogspot.com.es/2011/09/31-jaime-alberto-velez.html

1.960 – Nerón y Berta

italo calvino2  Berta era una pobre hilandera, muy habilidosa, que se pasaba el día trabajando. Una vez, en la calle, se encontró con Nerón, emperador romano, y le dijo:
—¡Dios te dé salud para que vivas mil años!
Nerón, que era tan déspota que nadie lo podía ver, se quedó tieso al oír que alguien le deseaba que viviera mil años y repuso:
—¿Y por qué me dices eso, buena mujer?
—Porque, después de uno malo, siempre viene uno peor.
—Bien. Todo lo que hiles desde ahora hasta mañana por la mañana, llévamelo al palacio —le dijo Nerón, y se marchó.
Berta, hilando, pensaba: “¿Qué querrá hacer con el lino que estoy hilando? ¡Mientras que mañana no lo use como cuerda para colgarme! De ese tirano se puede esperar cualquier cosa”.
Por la mañana, se presenta puntualmente en el palacio. Nerón la hace entrar, recibe todo el lino que había hilado, y le dice:
—Sujeta un extremo del ovillo en la puerta del palacio y camina hasta que se termine el hilo.
Luego, llamó al mayordomo de palacio y le dijo:
—En toda la longitud del hilo, el espacio de uno y otro lado del camino pertenece a esta mujer.
Berta le dio las gracias y se fue muy contenta. A partir de entonces, ya no tuvo necesidad de hilar, pues se había convertido en una señora.
Cuando la noticia se difundió en Roma, todas las mujeres que comían una vez al día se presentaron a Nerón con la esperanza de recibir un regalo como el que había recibido Berta. Pero Nerón respondía:
—Ya pasaron los tiempos en que Berta hilaba

Italo Calvino
Cuentos populares italianos – Roma