2.780 – La princesa destronada. Foto 1*

pilar galan 65  José María, mi hermano pequeño, y yo nos llevamos tres años. Hasta que él llegó, fui la niña, luego pasé a ser la cuarta de cinco, que no significaba nada importante, al menos no tanto como el reinado del que había disfrutado hasta entonces.
El pequeño era rubio, de ojos azules, muy bueno. Parecía un ángel en todos los retratos de familia.
Como puede verse, yo ya tenía el pelo oscuro y rebelde (esas coletas que tiraban tanto), el aspecto de chicazo (obsérvense las rodilleras y la puntera de los zapatos) y el gesto obstinado de quien no quiere hacerse fotografías nunca. Aún conservo esos rasgos, un poco suavizados por el tinte vegetal y las buenas maneras. Probablemente estaba enfadada con mi hermano, como siempre. A nadie le gustó nunca la expulsión del paraíso. Con el tiempo entendí que la infancia es el único paraíso posible, que resulta mucho mejor si es compartido, y que si mi reinado había sido breve, peor suerte tuvo Inma, con la que me llevo solo un año. Y peor, Carmen, la mayor, y luego Alfonso.
Siempre he pensado que se escribe para recuperar al menos parte de esa felicidad tan simple, pero hasta ahora solo he podido salvar los ojos semicerrados, el pelo rebelde, la poca naturalidad con la que poso, y un amor enorme por el niño que gatea detrás de mí, probablemente huyendo.
Aún no era consciente del bien que me había hecho al convertirme en plebeya.

Pilar Galán
Paraiso posible. De la Luna Libros. 2012

*Para el Iku

2.281 – Conjugaciones verbales

pilar galan 65  Conocen también períodos de sequía, los malditos verbos, esos núcleos caprichosos, consentidos, los rema que aglutinan, que dicen, que predican, que atribuyen a Luis que es alto, por ejemplo.
Hay días de noviembre, hay tardes de verano, navidades enteras, en que juegan a esconderse, como niños.
Retumban en las bocas, se columpian en las comisuras, pellizcan la punta de la lengua y tratan de vivir para siempre en nuestros labios.
Malditos verbos, tan exactos, el presente que duele, el pasado, aunque no vale arrepentirse, la certera diferencia entre es y ha sido, el futuro que no llega, el camino que perdemos en todos los imperfectos, el aspecto tan horrible que tienen los condicionales.
Te amaba aún cuando me dejaste, o te amé más que nunca entonces, o te amaré mientras viva, o me fastidia tanto que me olvides, cuando lo que uno quiere decir no es eso, nada de eso, sino
ven,
acude,
dame besos,
ámame,
porque voy a morirme si me dejas, abrázate a mi cuerpo dormido.

Malditos verbos, caprichosos, núcleos de niño mimado, remas consentidos.
Nos sabemos todos los tiempos verbales, las personas,
los modos,
los pretéritos,
las condiciones, las excusas.
Cuando nos dejaríamos morir por un buen subjuntivo,
un imperativo a tiempo,
una súplica, amor,
no me dejes, ven a verme, acaríciame el alma, revuélveme el pelo.
ojalá que tus manos destejieran mi vida.

Malditos verbos, niños mimados, núcleos consentidos.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed. De la Luna libros. Marzo 2014

2.204 – Maguey

pilar galan 65  Valladolid es una de las ciudades con más niebla de España. A eso del atardecer, desde el Pisuerga, empieza a crecer una maraña de jirones que sube hacia el paseo y deja una huella fría en los bancos de piedra.
Si no estás acostumbrado, la helada se te cuela hasta los huesos y te entra una tiritona que no te deja en siete días. Los de aquí salen a la calle preparados. A los que vienen de fuera les toca pagar peaje, ya saben, la gripe con medicamentos dura una semana y sin ellos, siete días. Cosas de médicos. Chistes de médicos. El humor español es muy distinto al suyo. Y las palabras. Le habían dicho que aquí, en Valladolid, la gente hablaba el mejor castellano del mundo. Y sí, hablan bien, pero las sílabas tienen los bordes cortantes del carámbano y las letras se pegan a los labios, perdidas en las grietas.
Cama segura y asistencia médica.
Las otras son muy cariñosas y le dejan rebañar las sobras de la crema pastelera o de la masa de los huesos de santo.
Perrunillas, mantecados, buñuelos de viento.
Sobre la niebla, cuando ya no se ven ni las sombras de los árboles dorados del otoño, se extiende el olor dulce del azúcar del convento.
Tres comidas al día.
Son buenas, las otras. Mayores, pero no lo parecen por su cara que no muestra ni una arruga. Lisitas, sonrosadas. Caras que no han sido tocadas por el sol ni por el frío negro que sube del río a lamer las rejas de su celda.
Son buenas, sí, y la quieren mucho. Y no se ríen cuando habla. Ni cuando tienen que tirar de ella para despertarla, tan dormilona que casi se le cierran los ojos rezando tempranito.
Y aquí solo están ellas, no hombres vociferantes ni gritos ni humo. Solo te tocan ellas.
Aquí combaten el frío a base de caldos calentitos, de ave y vegetales.
Ella se calienta el corazón de otra manera.
Cuando el viento helado agita las hojas más allá del río, reza muy bajito las palabras de antes.
Durazno, maguey, alquejenje, guayaba, guara, arrayana, luma.
No sabe muy bien qué pide con esta plegaria, pero ahuyenta el frío y la niebla, y la lleva a los días de hambre de la infancia, cuando la felicidad se medía por la comida que habían conseguido robar en el mercado, donde el nombre de dios era carnoso, dulce y fresco, y podía morderse hasta quedar saciada.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed. De la Luna libros. Marzo 2014

2.148 – Volver, con la frente marchita…

pilar galan5  Así he vivido yo,con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,sabiendo que jamás me he equivocado en nada,sino en las cosas que yo más quería.
L. Rosales

A la hora en que abren las panaderías, se apagan los neones y se encienden los árboles, con las últimas luces de la madrugada, espantas los fantasmas del pasillo.
No has querido mirarte en el espejo del coche, ni en el del ascensor, ni contemplar siquiera tu reflejo en el mármol ajado del portal, por si acaso cualquiera de ellos te devuelve una imagen exacta de tu ausencia. Sin alzar los ojos, te lavas la cara, te quitas la poca pintura que te queda, sin respirar casi, no vaya a ser que de nuevo, te invadan los olores conocidos.
Porque hueles a él, por qué ocultarlo, a sus manos fuertes, al tabaco que fuma, a su colonia de hombre. Por más que frotes, hay un olor que no puede abandonarte: la herida del deseo insatisfecho.
Él duerme, como siempre, o como siempre también, se hace el dormido.
Te cuelas en tu lado de la cama, tu almohada, el hueco de tu cuerpo, tu mesilla de noche, tus pendientes, los nombres de las cosas conocidas.
Te gustaría despertarlo, comértelo a besos, como antes, abrir tu piel para sus manos amigas. Llorar como un niño que ha hecho travesuras, pedir perdón, que te lo concediera.
Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, la muda blanca, los baños de los viernes, preguntarle a papá cuándo falló todo, que mamá pasara sus manos por tu pelo.
Pero tienes cuarenta años, un piso a medias, un trabajo, un marido, dos hijos, un híper a la vuelta de la esquina, algún amigo, un amante.
Y un hueco en el estómago que se parece al hambre.
Y dolor al tragar como si tuvieras sed.
Solo que no hay nada en este mundo que calme tu deseo insatisfecho, mientras el reloj se empeña en recordarte que llegará mañana, y aún no estás dormida.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed. De la Luna libros. Marzo 2014

2.120 – En ocasiones veo porno

pilar galan5  En ocasiones veo porno.
Solo en ocasiones. Las peores semanas.
Lésbicos, maduras, orgías, tríos, pelirrojas, morenas… Las etiquetas no me importan. Unas semanas me dedico al sexo profesional y otras, navego por las páginas de parejas amateur, que normalmente no soporto (esas matas de pelo, las risas escondidas, los pliegues de la carne que conoció tiempos mejores… ).
Los lunes, antes de ir al trabajo, soy más de lesbianas, sobre todo si aparecen en duchas y jardines.
Los martes busco rubias, los miércoles, interraciales, y los jueves los dedico al sadomaso light, más bien tipo oficina, no mazmorras.
El viernes, como ya está cerca el fin de semana, rastreo tríos, el sábado, orgías, y el domingo por la noche, invariablemente triste, autosatisfacción con aparatos.
Lo que no cambia nunca es el procedimiento. Abro la etiqueta que se despliega en la página, y contemplo las imágenes, sin sonido, hasta que empiezan a dolerme los ojos. A veces, no siempre, una mano que parece ajena se desliza bajo los pantalones en busca de una piel que no me pertenece. La pantalla me devuelve el reflejo mudo de una cara de otro que ocupa el lugar donde debería estar la mía.
Entonces, cierro los ojos, y me acaricio con una desgana no exenta de ternura.
Luego, harto de otros cuerpos y hambriento aún del suyo, vuelvo a recuperar el mío, lo lavo un poco por encima y comienzo de nuevo la semana.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed. De la Luna libros. Marzo 2014

2.106 – Errores lingüisticos

pilar galan6

UNO
Desde que supo que bonsái era el grito de guerra de los karatekas tiene miedo a acercarse al jardín. Estas plantas enanas tienen las mismas malas pulgas que los perros pequeños.
DOS
Contempla con otros ojos la ensalada desde que supo que aderezarla significa ponerla derecha. Echa la sal como quien pasa revista.
TRES
Elementos que intervienen en la comunicación lingüística : el abión, el tren y correos. Toma ya el emisor y el receptor. Por plasta

Pilar Galán
Relatos relámpago, Editora regional de Extremadura. Mérida, 2007

2.078 – Traducción simultanea

pilar galan 5  El portavoz dice en su discurso que se deben priorizar las imbricaciones del desarrollo sostenible para la base del crecimiento específico de todos los sectores implicados, y me mira, sonriendo, como diciendo ahí queda eso y allá te las apañes.
Al otro lado de la cabina, los demás eurodiputados se ajustan los auriculares y carraspean mientras yo dudo (ya sé que no debo), antes de comenzar la traducción simultánea. Tardo un poco porque primero tengo que encontrar esas palabras extrañas en mi propia lengua y luego, pasarla a las otras sin que pierdan sentido, pero tampoco ampulosidad y desconcierto.
De eso se trata, parece. De que aquí no se entere ni Dios, dicen mis compañeros veteranos en el breve descanso del café. O en la pausa del almuerzo. Aquí nunca se sabe con los horarios. Desayunan antes del amanecer y cenan en nuestra merienda. Ellos están acostumbrándose, a mí me cuesta todavía. Igual que caminar sobre la nieve, soportar la ventisca o dormir sin cortinas.
Te noto lenta, dice el portavoz por la tarde, después de verme casi atrapada en la traducción de una casuística indiscriminada que deriva de una incidencia superadora de elementos afines.
Trago saliva y le prometo que en unos días acabo el rodaje, que no se preocupe. Que el problema es que aún me cuesta pasar de lo abstracto a lo concreto, sintetizar, vamos. Y que en otras lenguas no se utilizan tantos rodeos para no decir nada ni tanta palabrería barata que no puede traducirse a ningún idioma. Esto último lo pienso, pero no lo digo en voz alta, por supuesto.
Cuando acaba la sesión, sigue nevando fuera.
Por la noche, en su cálido apartamento del centro, a años luz de mi piso congelado de la periferia, el portavoz dice que me metería de todo menos perras en el banco y que va a hacerme un traje de saliva, estrecho, estrecho, para que se me noten estas pedazo de tetas que tengo. Tetazas, para ser más exactos.
Te noto lenta, como ausente, vuelve a decirme.
Trago saliva, y me digo que en unos días acabaré el rodaje, que no debo preocuparme. Que el problema es que aún me cuesta pasar de lo concreto a lo abstracto, evadirme, vamos, creer que esta no soy yo y que no me está pasando a mí, pero no lo digo en voz alta, por supuesto.
En cambio, sonrío para ganar tiempo, pongo los ojos en blanco y comienzo la traducción simultánea de ayes y quejidos.
Claro que estoy ausente, acabas de hacerme volver del paraíso, susurro.
Y él, que no tiene ni idea de idiomas, me mira satisfecho, y gruñe algo intraducible, justo antes de quedarse dormido.
Tal y como están las cosas cualquiera se arriesga a perder un trabajo.
Y encima sigue nevando fuera.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed. De la Luna libros. Marzo 2014

2.064 – Aves migratorias (ser y parecer)

Pilar Galan 2  La caravana se paró el miércoles por la noche, justo en la rotonda de entrada a la autovía. A lo lejos ya se adivinaba la silueta del ferial donde pensábamos montar los puestos, como todos los años. Nuestra parcela era de las mejores, al lado de la barra, muy cerca de la zona de los conciertos.
Dijo que podíamos quedarnos.
Quedarnos, cómo quedarnos, pregunté.
No hacía frío. Anochecía y en el cielo no se veía ni una sola nube. Otros festivales habían resultado ruinosos por la lluvia o el viento. Este prometía. Por lo menos teníamos que sacar para el arreglo de la caravana, si es que tenía arreglo.
Quedarnos, contestó.
Así de simple.
Luego ya se fue complicando. Como siempre.
Caravana, piso de alquiler, casa, adosado.
Nos fue bien el negocio de artesanía, nos hipotecamos para comprar el horno, llegaron los niños, su colegio, los parques, los barcos varados, el ancla en el puerto de una ciudad sin mar.
Siguen celebrándose festivales. No tantos. Las modas van y vienen deprisa. Sin ir más lejos, las caravanas ya no tienen nada que ver con las de antes. Así viaja cualquiera.Nosotros, claro, ya no montamos puestos, pero siempre bajamos. Como todos. Y nos mezclamos con los demás entre la música alta y las voces. A veces ella, que me conoce bien, me aprieta la mano y me pregunta si soy feliz. Yo aspiro el olor de la comida de otros países, mezclado con el polvo, el sudor, las manchas de cerveza en el suelo, las botellas recalentadas, algún vómito. Sí, soy muy feliz, le contesto, y aligero el paso para salir de allí cuanto antes.
El lunes bajo muy temprano, y cuando veo una caravana aparcada en el ferial vacío, estoy siempre a punto de tocar los cristales.
No os quedéis, volad, mirad en qué me he convertido. Luego mi mano se detiene antes de rozar el cristal. Los veo abrazados, me recuerdo. No quiero molestarlos.
Parecen tan felices.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed. De la Luna libros. Marzo 2014
http://editorial-delalunalibros.com/tecleo-en-vano-pilar-galan

1.945 – Declaración de amor

pilar galan 5  Yo no sé si al final del camino nos esperan Mercadona, Carrefour, Eroski, DIA o el Lidl, o la sección grandes marcas de productos gourmet, no se trata de eso.
No sé si nos esperan tu madre, la mía, sus achaques, el olor a sumidero de las tardes de domingo, las comuniones de trajes que pican, las bodas llenas de primos que no conoceremos ni nos importarán nunca, la sangría de tu padre, su barriga como una pelota a punto de explotar al sol, los talones agrietados, los codos, las orejas, los pelos de la nariz, o cualquier parte de nuestra anatomía susceptible de contrata y derribo.
No sé si al final o en el medio nos aguardan las peleas, el sexo rápido antes del trabajo, los sábados de grandes superficies contra las parcelas pequeñas de los lunes, los análisis, el miedo, los deberes y la trigonometría que ni se da ni me importa, porque esto es el principio y no el final, es la línea de cajas, no la sección congelados, y en medio, hasta llegar al despiece de carne y los cadáveres de conejos, tan de posguerra, aún nos queda la juguetería, los dulces, las chuches, el aroma del té de limón, el café, la leche, el azúcar, la sal, el agua, la vida.

Pilar Galán
Tecleo en vano. Ed De La Luna Libros. 2014
http://editorial-delalunalibros.com/tecleo-en-vano-pilar-galan
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/pilar-galan-escritora-nuestra-lengua-define-estamos-hechos-palabras_794909.html

1.917 – Oración lingüistica

pilar galan 65  Mi suegra dice te se y me se, y asín, mientras la eternidad es una tarde de domingo atrapada en la mesa camilla de su casa.
Mi hijo pequeño dice sidericordia, y nos reímos. En el colegio estudia que los verbos indican acciones, y se buscan en el diccionario a través de los infinitivos. Ar, er, ir. También confiesa que confunde verbos y adjetivos, y que la lengua le aburre porque tiene que escribir renglones y renglones, y copiar los cuadros amarillos.
Mi madre no dice nada. Musita palabras sin sentido, o te mira fijamente intentando reconocer el camino de vuelta ya olvidado. A veces tose, o empieza a gemir y sobrevuela un conato de esperanza, que se diluye enseguida.
Mi hijo mayor escribe tqmuxo, y volveré trd. Bs.
Mi jefe dice reestructuración y objetivización adaptizada de contenidos actitudinales. Y luego plis, traime un café, porfa, enseñando unos dientes manchados de nicotina.
Durante el día, mi marido y yo cruzamos insultos y reproches, con el desafecto rápido de antiguos conocidos.
Por la noche, cuando todos duermen, hablo sola.
En el principio fue el Verbo, dicen.
Del final no dicen nada.
Porque estamos saciados de desprecios.
Sidericordia, señor, sidericordia.

Pilar Galán