En la noche de verano, tranquila y cálida, solo se oye la respiración de mi hija, que duerme, y el suave ronronear de una heladera en celo llamando a su pareja.
Ana María Shua
En la noche de verano, tranquila y cálida, solo se oye la respiración de mi hija, que duerme, y el suave ronronear de una heladera en celo llamando a su pareja.
Ana María Shua
Mal se hablaba de Lina, de sus compañías, de su deslealtad, de sus gustos. Clientes hubo que no querían entrar en ella por miedo a toparse con un acreedor.
Ana María Shua
Un digno burdel europeo del siglo XIX debía tener una gorda, una flaca, una judía, una negra. La judía podía ser también la flaca, pero la gorda no.
Ana María Shua
Nos amamos frenéticamente fundiendo nuestros cuerpos en uno. Sólo nuestros documentos de identidad prueban ahora que alguna vez fuimos dos y aun así enfrentamos dificultades: la planilla de impuestos, los parientes, la incómoda circunstancia de que nuestros gustos no coinciden tanto como creíamos.
Ana María Shua
La tranquila seguridad de saberse muerto y que alguién venga a golpear (¡con impaciencia!) en la tapa del cajón.
Ana María Shua
Por la noche, ladrones pobres me roban la ropa tendida. A la noche siguiente pongo a secar (bien estrujadas) mis desdichas mojadas por el llanto. A la mañana siguiente soy definitivamente feliz.
Ana María Shua