Cada cosa tiene su nombre, pero no cada nombre tiene su cosa. Hay cosas que admiten mas de un nombre, pero no todas las cosas son así. Y luego están los nombres polisémicos, veleidosos, angurrientos, que para andar sueltos son los peores, los mas ansiosos, los que recorren una y otra vez el espectro de las cosas posibles e imposibles, buscando la que les corresponde, dispuestos a hacerla surgir si no hubiera otro recurso, y al fin son ellos los que tienen la culpa de la mayoría de los terremotos, las psicosis y los eleuterios.
Ana María Shua