1.178 – ¿La belleza?

A Luis Eduardo, porque sí. ..

Dice ella: la belleza es cuando tirada sobre la cama te espío mientras te miras al espejo. Veo tu nuca, muro de mis besos; tu espalda, mi trinchera; tu hermoso trasero, principio de tus firmes pasos. Luego, me deslizo en tu reflejo: tus ojos que no paran de hablar. Tu pecho, refugio de mis miedos. Tu ombligo, misterio de la vida.
Y cuando me sorprendes atisbando, advierto, entonces, la dureza de tu amor por mí…
Eso es la belleza… lo demás son tonterías.

Alejandra Díaz Ortiz 
Cuentos Chinos. Trama Editorial-2009

1.177 – Insert coin

 El planeta ha creado un sistema infalible. Si una civilización se convierte en un peligro, nunca prosperará más allá, y antes de que consiga navegar por el espacio en busca de otros planetas será destruida. El planeta es más viejo de lo que creen los expertos y está acostumbrado; como un Fénix redondo, surge una y otra vez de sus cenizas. Cada civilización hace cábalas sobre el origen de la vida, sobre la materia primera, sobre el misterio de los genes y
elabora complejas teorías de panspermia o civilizaciones alienígenas. Solo el planeta sabe el secreto, a la espera de que una mutación fortuita y adecuada haga que el juego acabe bien de una vez.

Rosana Alonso
Los otros mundos. Ed. Talentura. 2012
http://ralon0.wordpress.com

1.176 – El retrato de la abuela

 Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared sufrimos pequeños sabotajes. El lunes se pegó el estofado. El martes se fundieron tres bombillas. El miércoles se salió la lavadora. El jueves no sonaron los despertadores. El viernes amaneció encapotado, pero no dimos con ninguno de los paraguas de la casa. Nos empapamos. Por la noche el abuelo insistió en que «una cosa es que esté muerta y otra que le haya cambiado el carácter». Abrió el cajón, y volvió a colocar la foto en el lugar preeminente que ella misma había escogido. La mujer de la foto sonreía.

Ernesto Girondo Sirvent
Relatos en cadena. Cadena SER . Santillana Ediciones Generales, S.L. 2010
Ganador del mes de mayo

1.174 – Cultura musical

 Todos los días a la misma hora del atardecer la música se eleva desde las montañas. Son canciones baratas, las mismas que han circulado entre las simas y los riscos en las radios de los excursionistas. Algunos atribuyen este fenómeno al eco, otros le echan la culpa a la falta de cultura musical de las montañas.

Ana María Shua
Cazadores de letras. Minificción reunida.Ed. Páginas de Espuma 2009

1.172 – Buenos hermanos

 Si no nimias, suaves. Las diferencias entre Pepe y Jose eran prácticamente insignificantes, pequeñas, exiguas, anodinas, irrisorias, triviales, livianas, inapreciables, sin nada de particular. Donde Pepe era generoso, Jose era desprendido. Donde el primero amable, el segundo cortés. Donde uno torpe, el otro desmañado. Si Pepe trabajador, Jose currante. Si este tozudo, aquel porfiado. Seguro, decidido y fiel uno de los dos. Invariable, constante y leal el hermano, el semejante, el próximo, el pariente. Claro que eso podía tener que ver con la similitud, la analogía, el parecido, el paralelismo, la semblanza, la parejura, la afinidad de sus historias. Cuando Pepe nació, Jose fue dado a luz. Cuando el primero recibió la primera paliza del padre, el segundo obtuvo su tunda prístina. Cuando uno le pidió para salir a Paca, el otro se hizo novio de Francisca. En el momento en que Jose se casaba, Pepe contraía matrimonio. El día en que llegó el primer hijo de uno, fue la jornada en que nació el retoño del otro. A la vez que uno se empeñaba para comprar una casa, el otro se hipotecaba para adquirir un hogar. La época en que Pepe decidió operarse de hemorroides, fue el período que Jose escogió para que lo intervinieran por almorranas. Llegó hasta tal punto esa compenetración, ese entendimiento, esa coincidencia, esa identificación, que la fecha de la muerte de uno de los hermanos fue la data de defunción del otro y para ser respetuosos con su estilo de vida, se organizó un solo entierro y una sola inhumación.

Diagnóstico: Sinonimia (Figura retórica, llamada también metábole, que consiste en usar palabras sinónimas en un mismo contexto).

Flavia Company
Transtornos literarios. Ed. Páginas de espuma. 2011

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1.170 – El sobrino de Ken Maynard

 Ken Maynard, el vaquero bravío, llevó a su sobrino a la feria, y después de saborear ambos una enorme nube de algodón y jalarle los bigotes a la mujer barbuda, el niño pidió al hermano de su Mamá que subiera con él al carrusel, el niño eligió el caballo pinto y Ken el de crín alborotado. Subieron y a media sabana ocurrió lo inesperado, les salió al paso el cuarteto de la muerte, montado en caballos negros. El niño echó mano de su pistola y descontó a tres de los bandidos dejando a uno solo con quien se batió a tiros el tío Ken durante la hora restante de la película. Aburrido, el niño se bajó de su caballo al vuelo como un pistolero de garra. `Ya, tío vámonos, no te quedes dormido´.

Raúl Renán

1.169 – Receta

 Para escribir una fábula es necesario contar con un león, un mono y un pintoresco camaleón. Se le pone una pizca de sátira, algo de envidia, pero sólo en pequeñas cantidades, para que apenas se note, las correspondientes dosis de ironía y humor, aplicadas con mesura y oportunidad, y tras pensar en los políticos y escritores, se agita en la imaginación. Luego, ya sólo es necesario poseer el talento y la expresión justa de Monterroso, de modo que en nuestra fábula el mal vuelva a triunfar sobre el bien, sin remedio, como siempre ha sucedido, para escándalo de los crédulos y desesperación de los optimistas. Como debe ser.

Fernando Valls

1.168 – Documental

 Apenas se bajó del coche, el crítico literario reparó en la cámara del aparcamiento e imaginó una garita llena de monitores con su imagen multiplicada en vano, porque en ese momento el vigilante estaría distraído viendo un partido de fútbol y masticando un bocadillo de chorizo. ¿Y si había algún ladrón escondido en el aparcamiento? ¿O un escritor resentido? En esas magias estaba cuando se oyó un portazo y de una furgoneta colorada se bajó el novelista que había reseñado la semana anterior. ¿La reseña había sido buena? Cuando vio el bate de béisbol se acordó.
Si el vigilante no está mirando los monitores –razonó de lo más semiótico-, seguro que en su garita hay otra cámara que registra en otro monitor lo que está ocurriendo, pero si ese segundo vigilante tampoco está atento a los monitores que aparecen en el monitor que debería estar controlando el primer vigilante, siempre cabía la posibilidad de que hubiera una tercera cámara filmando lo que ocurría en la garita del segundo vigilante, de manera que sólo un tercer vigilante podía ser capaz de ver en su monitor, una garita con varios monitores donde un vigilante sigue un partido de fútbol mientras en los monitores de su garita un escritor resentido se propone acabar con el crítico literario. ¿Pero si el tercer vigilante tampoco estuviera pendiente de las imágenes de los monitores que estaban dentro de las imágenes de los monitores que estaban dentro de la imagen de su monitor? ¿Quién podía reparar entonces en un detalle tan minúsculo? En ese momento descubrió su salvación.
– ¿Tú crees que tu novela es original tan sólo porque en ella hay un escritor que escribe sobre otro escritor que escribe acerca de un tercer escritor que escribe sobre un escritor? Pues debes saber que ahora mismo hay un monitor donde sale otro monitor en el que hay un monitor que está grabando en otro monitor lo que pretendes hacer.
– ¿Y tú, cómo mierda sabes eso, maricón?
– Porque el omnisciente soy yo, ¡animal!
Mientras el escritor resentido huía despavorido, el crítico literario se quedó pensando si el narrador de la historia debería ser el vigilante de la primera garita o más bien el de la segunda.

Fernando Iwasaki

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1.164 – Birlibirloque

 Nació en año bisiesto, lo que ya per se lo hacía especial. Sus padres le convencieron de que él sólo podría cumplir años cuando el calendario marcara la fecha de su nacimiento: 29 de febrero. Así que, mientras sus amigos sumaban cuatro décadas, él apenas celebraba su décimo cumpleaños.
Le llamaron Bienvenido, motivo de más de cuatro disgustos escolares. Sus padres le aseguraron que lo bautizaron con tal santo por la felicidad que les produjo su llegada. La verdad es que fue el señor cura, faltó de inspiración, que, tras mirar el cartel de la puerta del bar, decidió llamarlo así.
A los ocho años, el oftalmólogo le incrustó unas feas y pesadas gafas, con la intención de corregir la bizquera que le hacía tropezar con cuanto objeto se le ponía por delante. Una vez más, sus padres le engañaron. Le juraron que así se veía más guapo y algo mayor. El creyó creerles.
En la adolescencia se sintió bisexual. Igual de fuerte era el amor que sentía por Rosita, su compañera de banca, que por Perico, el portero del equipo de fútbol. Fue el nuevo cura el que le convenció de que sentir todo eso, era el mayor de los pecados. «Con rezar quince padres nuestros y un baño helado cada noche, se te quitarán los malos pensamientos», le recetó.
En el patio del instituto aprendió a fumar con un cigarrillo bisonte. Esta vez, fue él quien se descubrió engañando a sus padres. Y le gustó.
Se graduó de bibliotecario. Al poco tiempo, raposeando al secretario, se hizo jefe de la Biblioteca Provincial, a la que iba cada mañana ?y salía cada tarde? con la bicicleta en la mano. Nunca consiguió mantener el equilibrio.
Una tarde tuvo que llamar la atención a dos mujeres que bisbiseaban en un rincón de la sala de lectura. Una se llamaba Bibiana. Con ella se casó. Pero, se enamoró de la otra. Así que, mintiendo un poco a cada una, se hizo con las dos.
Entrados los cincuenta, tuvo que pasar una temporada en el pabellón de psiquiatría del Hospital Central, diagnosticado de un severo trastorno bipolar. No le resultó difícil aparentar delante del médico, de la enfermera y hasta del celador. Volvió a casa cargado de pastillas.
Sus mujeres le abandonaron al poco de llegar. Las dos, cada una en su casa, le reclamaron su mal carácter. «Un mal bicho te has vuelto», dijo una. «Es bilis lo que te corre por las venas», le dijo la otra. De ninguna de las dos volvió a tener razón.
Lo cierto es que, no estaban equivocadas. El tratamiento para mantenerlo cuerdo, le estaba carcomiendo las entrañas. La biopsia no mintió.
Por eso, desde entonces, Bienvenido se pasa los días puliendo el exquisito arte del birlibirloque que tan bien aprendió de sus mayores. A la vida ya la tiene engañada. A la muerte, no la dejará llegar. No, al menos, hasta cumplir la mayoría de edad.
No en vano había nacido bisiesto…

Alejandra Díaz Ortiz
Cuentos Chinos. Trama Editorial-2009