Lamentarán el error del año pasado, este año los voy a esperar, me han hecho mucho daño, en cuanto aparezcan en lo oscuro encenderé la luz, los pillo y se lo digo, sé que les va a doler, pero me da igual, a mí me ha dolido más. No sois ni magos ni mágicos, vuestros regalos no vienen de Oriente, ni del cielo, sois como todos, los compráis, el año pasado os dejasteis el precio pegado en todos los juguetes, además me voy a chivar a mis padres.
Categoría: Cuentos
1.032 – Amigos invisibles
Me acerco y anoto sus nombres. Este año soy yo la mano inocente. Al final de la cena saco un papelito de la bolsa de tela para cada uno. Enseguida, mamá busca una pista en la cara del abuelo. La tía levanta sospechas con su pícara sonrisa y la abuela trata de encontrar una señal en el cuchicheo del tío Andrés. La entrega de regalos será el 6 de enero. Y éstos no superarán los treinta euros. Lo que no saben es que yo los recibiré todos. Lamentarán el error del año pasado.
Pablo de la Rúa
Relatos en cadena. Cadena SER. Ed. Alfaguara, 2010
Ganador del 7 de enero de 2010
1.031 – La lista
Los hombres que a mí me gustan no saben llorar pero acaban llorando. Bajan de los vagones y mientras el resto parece que hubiese llegado a una residencia de veraneo y esperase que alguien les explique el plan de actividades, ellos miran a su alrededor y lo comprenden todo de golpe. Así, cuando llega el momento de la separación todos chillan, se resisten y lloran desesperados menos ellos. Sólo cuando los niños y las mujeres se han perdido en la neblina permiten que las lágrimas inunden torpemente sus ojos. Entonces bajo de la tarima, me acerco y anoto sus nombres.
Miguel Torija Martí
Relatos en cadena. Cadena SER. Ed. Alfaguara, 2010
Ganador del 24 de diciembre de 2009
1.030 – Claroscuros
Discutió con su mujer y huyó al cine.
El acomodador lo miró un instante y él se concentró en la pantalla.
Reconoció con estupor a su mujer en una de las escenas y la vio desnuda, apoyada sobre las manos y las rodillas, mientras un desconocido la azotaba con una lengua de buey.
Se sobrepuso al pasmo y al dolor de contemplarla gozando en la distancia, lejos de sus brazos, poseída prepostéricamente, estremeciéndose en un largo plano secuencia, y salió a la calle despechado, desasistido, relegado.
Se percató de la pistola que alguien había puesto en su bolsillo -el acomodador, dedujo- y corrió a su casa como una pura oleada de energía que se resistiera al ultraje, que abriera de un puntapié la puerta, que derribara los filodendros, que fuera toda una con la pistola, que reventara el tórax del amante.
Su mujer gritó justo antes de que, a espaldas de ambos, un estruendo ahogara el grito, un matraqueo, un clamor largo tiempo reprimido, y él se volvió y descubrió al público en sus butacas que aplaudía con entusiasmo, como solía hacerlo en el pasado al final de una película absorbente.
Ángel Olgoso
La máquina de languidecer, Ed. Páginas de espuma,2009
1.029 – Paraiso no es premio para todos
Hay que volver a recordar (constantemente) a los espíritus vulgares que los castigos del infierno, aunque administrados por el demonio, son impuestos, en realidad, por su Eterno Enemigo. El diablo es un comerciante honesto y, aunque menos poderoso, ha logrado reservar algunos premios para aquellos que sean en vida sus fieles seguidores. Premios que podrían resultar horrendos para las almas débiles que se balancean al azar en la música insulsa de Allá Arriba (pura armonía, nada de ritmo), pero que para nosotros son auténticos placeres. No arrepentirse, por ejemplo. Aun en el peor de los tormentos y por toda la eternidad no arrepentirse: ¿es imaginable, desde la vanidad, un goce más excelso?
Ana María Shua
Cazadores de letras. Minificción reunida. Páginas de espuma, 2009
1.028 – Sobrevivir
En enero, la muerte lo atropella. En febrero, agoniza. Durante marzo se asoma al mundo de nuevo. Las heridas se cierran a lo largo de abril y mayo. Con el sol de verano vence los últimos dolores y los primeros miedos. En septiembre lo alimenta la certeza de poder con todas las sombras que lo acosan, pero en las tardes cerradas de octubre vuelve a sentirse herido. En noviembre descubre que aún le faltan apoyos por recuperar. Y a finales de año se tumba, derrocado por el esfuerzo de intentar vivir, con capacidad, solamente, para desear estar muerto.
Teresa Serván
1.027 – Ermitaño III
Para ser un ermitaño, decía el ermitaño, no es necesaria la soledad física. Aun en el tráfago y el bullicio un auténtico ermitaño puede refugiarse en su ermita interior. Una noche de Año Nuevo, mientras los demás invitados comían garrapiñadas y lloraban y se peleaban, el ermitaño fue a su refugio interior y lo encontró ocupado. Eran dos, estaban desnudos y tomaban sidra. Lo invitaron.
Ana María Shua
Cazadores de letras. Minificción reunida. Ed. Páginas de espuma, 2009
1.026 – Los pobres
Dice David Bodanis en Los secretos de una casa que cuando vamos del dormitorio a la cocina, el roce de los pantalones hace que se desprendan de la piel millones de escamas muertas de las que se alimentan universos enteros de bacterias y ácaros que viven en la alfombra del pasillo. La realidad está llena de seres microscópicos que dependen de nuestro sudor, de nuestra caspa. Así, cada vez que nos peinamos, colonias enteras de microorganismos, cuya patria es la moqueta del cuarto de baño, permanecen con la boca abierta hacia el cielo esperando ese raro maná que les envían los dioses.
También según Bodanis, basta un gesto inconsciente, como el de abandonar el periódico sobre la mesa de la cocina, para destruir civilizaciones enteras de neumomonas que viven en las grietas de la madera. Lo que llamamos polvo está compuesto en realidad de un conjunto de partículas, entre las que se incluyen esqueletos de ácaros, patas de insectos diminutos, excrementos infinitesimales y las células muertas de nuestra piel. Todo eso flota en el aire, a nuestro alrededor. Si no nos espantamos de ello, es porque no lo vemos. Sin embargo, quizá la realidad visible no sea muy distinta: e180 por ciento de la población mundial está constituido por pobres que no vemos, aunque ellos viven con la boca abierta, como bacterias, esperando que les caiga algo de nuestros cubos de basura: viven de las escamas muertas que desprendemos al andar. Y cada vez que realizamos un gesto cotidiano, como el de firmar un tratado de libre comercio o solicitar un préstamo a bajo interés, miles de ellos perecen ahogados en la tinta de la pluma. A veces, desde los pelos de una alfombra fabricada en la India o desde el corazón de la selva Lacandona, nos llega un alarido que el fundamentalismo de la moderación no nos deja escuchar.
Juan José Millás
Articuentos completos. Seix Barral. 2011
1.025 – Vacaciones de verano
– Vaya día que escogiste para venir a la playa… ¡Maldito aire!
– Es viento, mujer. Aire es lo que respiramos…
Apretó los dientes para no responder a su marido. ¿Acaso ella le corregía cuando en la cama la llamaba Marta?… Ella que se llamaba Juana, su mujer de toda la vida…
Alejandra Díaz-Ortiz
1.024 – In other words
Ni subido a una escalera conseguiría besarte. La certeza era aplastante, hormonal y gravitatoria. Tanto como distante tu belleza y diminuta mi congoja. Quise invertir las intenciones y cuestionarme si, tal vez, quisieras tú descender varios peldaños por besarme a mí. Tampoco. Descarté los métodos convencionales. Inicié un arduo entrenamiento. Cada día, cada noche. Perder grasa, ganar músculo. Hop, hop.Y fue que la tenacidad venció a las leyes de la naturaleza. Aprendí a volar y salí por mi ventana. Aleteando ilusionado hasta tu casa y tu dormitorio, donde me alcanzó la suela de una zapatilla rosa y tu voz, al fondo, gritando «bicho gafoso de mierda».