1.102 – Elemental

 Mientras Watson se acuclilla junto al cadáver, Holmes, envuelto en la nube de humo que sale de su pipa, examina la habitación en que se encuentran. Mientras Watson observa el puñal que la víctima tiene clavado entre los dos omoplatos, Holmes repasa las paredes desnudas, sin una sola puerta o ventana, estudia el cubo perfecto de muros lisos que los rodea. Mientras Watson, seguro de que el hombre ha sido asesinado, se pregunta cómo el asesino ha podido salir de aquella trampa sin escapatoria, Holmes, confundida su silueta con el humo del tabaco, se pregunta intrigado cómo han podido, Watson y él, llegar a aquel lugar.

Jesús Esnaola
http://frankensteinsupongo.blogspot.com/

1.100 – Estrés

 Con el sabor del desayuno en el paladar y el despacho de abogados en la cabeza, apenas había empezado a dejar atrás y a medio cerrar la puerta de casa cuando se precipitó por el borde del microcuento, sin haber acabado siquiera de anudarse la corbata.

Sergio Sanchez
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/faroni_selec/faronis6.htm

1.099 – Se preocupó…

 Se preocupó por primera vez cuando su boca se desprendía de la mandíbula por alguna de las comisuras y se mantenía colgando hasta que con dedos apurados lograba colocarla en su lugar. En poco tiempo la boca se soltó de su cara y la perdió. Si no hablo voy a estar más tranquilo, se dijo sin voz. Y los médicos van encontrar una solución para alimentarme, se dijo sin hambre. La verdadera frustración se presentó cuando se enamoró y sintió el deseo de besarla, sin boca.

Román Caracciolo
http://www.cuentosymas.com.ar/blog/?p=9210

1.096 – En la consulta

 Tumbado en el sofá, un paciente me ha hecho pasar una velada maravillosa. Una vida azarosa la suya. Había participado en la guerra de los «boers» y conocido al mítico Sandokán. Últimamente regentaba una pequeña mercería con su mujer. El negocio iba mal y decidió pedir un préstamo al famoso héroe. Cuando le contó su proyecto a su mujer, ésta se echó a llorar y me llamó. Por eso está aquí. Quiere que le ayude a ponerse en contacto con Sandokán, porque no sabe cuál es el prefijo telefónico de Malasia.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

1.095 – Vida diaria

 Abrió los ojos a las siete de la mañana y se le escapó un llanto. La madre lo calló con su seno y enseguida fue a prepararle el biberón. Se levantó, lo vistieron, aprendió a caminar y fue hasta la cocina a desayunar con su hermano menor. Tomó el café con leche y fue unos minutos a jugar, primero solo, luego con niños de su edad.
A media mañana empezó la escuela. Le costó un poco y la terminó justo para almorzar. Comió rápido, pidió permiso para levantarse de la mesa y fue corriendo al liceo.
Al rato, fumando y de la mano de su novia fue a pedir el pase a dirección. Cansado por no haber dormido siesta estuvo a punto de no entrar a la universidad. A las cuatro y media dio su examen más difícil y salió corriendo a la iglesia para casarse.
A las cinco, con la merienda se enteró que iba a ser padre y se alegró mucho al ver que había nacido bien. Se recibió a los pocos minutos, casi cuando conseguía trabajo y lo ascendían.
Hizo la casa grande para que vivieran bien con sus cuatro hijos. A las siete murió su padre y nació su segundo nieto. Siete y cinco se peló y siete y media lo jubilaron. Se sentó a cenar ayudado del bastón pero terminó la comida en la cama, ya postrado.
Murió a las diez.

Alejandro Bonnecarrere