3.089 – Esperanza

jesus-esnaola  No sabría deciros por qué, de tantos recuerdos, justo me viene éste, de jugar a indios y vaqueros, de él haciendo de indio con mucho respeto y seriedad y muriendo abatido por mis tiros, mi dedo índice humeando, y los del primo Toni y del Babas, el compañero de pupitre. No sé por qué justo pienso en lo bien que se moría el condenado, doblándose sobre el estómago, cayendo de rodillas, retorcido, hasta quedar muerto y bien muerto sobre la hierba del parque, inmóvil hasta que nos acercábamos y lo sacudíamos de los hombros y resucitaba sonriente, borrándonos un poco la cara de susto.
No sabría deciros, pero seguramente por el recuerdo venido, me acerco al ataúd donde descansa sereno, con las manos cruzadas un poquito por debajo del pecho y me inclino sobre él, me acerco a su oído y le digo, ya está bien de hacer el indio, y lo sacudo de los hombros, hasta que me detiene su hijo, ¿pero estás loco viejo chocho?, y después me siento a esperar, aunque creo que no quieren que me quede, para ver la cara que ponen, los demás, cuando se levante.

Jesús Esnaola Moraza
Los años de la lluvia

1.759 – Mariposas

jesus esnaola  No soy un ingenuo. Las mariposas cuyos aleteos produjeron los terribles terremotos de Haití, Chile y abrieron las fauces del volcán de Islandia están muertas hace ya mucho tiempo. Para provocar semejantes catástrofes, la distancia espacio-temporal que ha de haber entre aleteo y consecuencia es de decenas, tal vez cientos de años. Solo este paréntesis convertirá la posibilidad en espantosa realidad.
Sin embargo, pese a lo que podáis pensar de mí, no renuncio a encontrar a la maldita mariposa que, con su aleteo culpable, sacó a Sonia de mi vida.

Jesús Esnaola

Mar de Pirañas. Edición de Fernando Valls.Menoscuarto ediciones.2012 

1.315 – Canción de cuna

 No duermo hasta que mamá se sienta en el borde de la cama y me canta Aurtxo Seaskan con una dulzura que me transporta a Leizarán donde las hojas de los árboles, por la noche, se susurran secretos al oído, murmuran las aguas frías del río mientras buscan en el valle su antiguo cauce y el rumor va creciendo hasta tornarse rugido, como el trueno que con sus rodadas precede a la tormenta y ahoga la nana que mamá me canta y que ahora oigo a lo lejos, acolchada, devuelta por un eco blando.
Y el golpeo del río abre la puerta e inunda el dormitorio y yo querría que mamá, de irse, se diluyera, ahogara su canto entre burbujas, pero no es así porque la fuerza de la corriente le arranca los brazos, y las piernas y le arranca la cabeza que sigue cantando y que vuelve el agua de un color rojo que en mi sueño me lleva a imaginar que tal vez si quisiera, tal vez si pudiera, me levantaría y con un gesto, con un maldito gesto, podría separar las aguas del río de sangre que cada noche se lleva a mamá y guardarla por siempre a mi lado mientras canta Aurtxo Seaskan sentada en el borde de la cama.

Jesús Esnaola
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1.191 – S.O.S.

  Tal vez si hubiera preguntado dónde era el velatorio no habría acabado en aquella sala del tanatorio de Les Corts, besuqueado por desconocidas mientras los hombres se escapaban hacia la puerta para fumarse un pitillo. Sin saber cómo escapar de aquella situación, di el pésame a la viuda, una mujer hermosa, de unos cuarenta años, que me estrechó la mano con mucha entereza y sin una lágrima que pudiera estropearle el maquillaje. Después me acerqué al ataúd, ya tapado, y pude escuchar unos golpecitos tan leves que el murmullo los hacía imperceptibles.
Me volví hacia la viuda y odié haber aprendido morse en el ejército.

Jesús Esnaola Moraza
Relatos en cadena. Cadena SER – Ganador 1 del 16/06/2011

1.102 – Elemental

 Mientras Watson se acuclilla junto al cadáver, Holmes, envuelto en la nube de humo que sale de su pipa, examina la habitación en que se encuentran. Mientras Watson observa el puñal que la víctima tiene clavado entre los dos omoplatos, Holmes repasa las paredes desnudas, sin una sola puerta o ventana, estudia el cubo perfecto de muros lisos que los rodea. Mientras Watson, seguro de que el hombre ha sido asesinado, se pregunta cómo el asesino ha podido salir de aquella trampa sin escapatoria, Holmes, confundida su silueta con el humo del tabaco, se pregunta intrigado cómo han podido, Watson y él, llegar a aquel lugar.

Jesús Esnaola
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1.052 – Consecuencias

 —Yo la abrazaré bien fuerte y me la llevaré conmigo —gritan todos como uno solo y arrojan por la borda la cera con que iban a sellarse los oídos.
El barco avanza, envuelto en la niebla, mientras la melodía abruma a sus hombres hasta que nada parece existir más que el canto maravilloso. Ulises, junto al palo mayor, impone sus órdenes, pone rumbo hacia la isla convencido del valor de su tripulación, de su fuerza de voluntad.
Mientras tanto, en Ítaca, el sudario de Laertes, por fin terminado, cubre los cuerpos desnudos de Penélope y uno de sus pretendientes.

Jesus Esnaola

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