1.980 – Gestos

fernandoleon  Sus gestos no coincidían con sus circunstancias. Bostezaba cuando se enamoraba, si se sentía cansada se sonrojaba, y se rascaba la espalda de puro contento. Cuando tenía frío sacaba la lengua, bajaba la voz para gritar y encogía los hombros cuando estaba furiosa.
Esta particularidad le ocasionaba graves inconvenientes.
Incapaces de interpretarla, los doctores equivocaban sus diagnósticos, sus amigas la evitaban y los hombres se aproximaban a ella como se aproxima uno a un enigma, y después se distanciaban, confundidos.
Nadie era capaz de descifrarla. Por eso ella se entristecía, pero reía sin parar.

Fernando León de Aranoa
Aquí yacen dragones. Seix Barral, Biblioteca Breve.2013

1.978 – Corrección política

ama m shua  El placer de ver a otros arriesgando la vida, el goce en el peligro ajeno, ya no es un espectáculo aceptable. Por eso los trapecistas trabajan ahora con cables de seguridad, los tigres aparecen con bozal, a los osos les han cortado las uñas, el tirador de cuchillos lanza sus armas contra una silueta dibujada.
Pero en privado, en los ensayos,los artistas del circo siguen jugando con el peligro y el tirador se jacta de poder acertarle a su mujer o a cualquier otra un cuchillo en el ojo a veinte pasos.

Ana María Shua

1.977 – Apocalipsis

Pedro Herrero_110921  El informativo del mediodía arrancó con la noticia del fin del mundo. Tras la sintonía de cabecera y los créditos de rigor, la presentadora anunció que la apertura del último de los siete sellos del Libro, a cargo del cordero elegido para dicha misión, había provocado en el cielo un silencio como de media hora, durante el cual fueron entregadas a los siete ángeles sus correspondientes trompetas, que auguraban el desastre total. En un despliegue de medios a la altura de las circunstancias, que incluyó conexiones en directo con diversos puntos del planeta, el fatídico suceso fue objeto de un seguimiento descomunal, sin precedentes, que batió todos los récords de audiencia registrados hasta entonces, y en el que no faltaron los llamamientos a la calma por parte de las autoridades, ni las valoraciones de renombrados especialistas en el tema. Hubo incluso ocasión de pulsar la opinión de los ciudadanos, merced a improvisadas entrevistas con gente de la calle. Tan amplia fue la cobertura dispensada a la catástrofe, que el informativo del mediodía (el último, a todos los efectos) tuvo un marcado carácter monográfico.

Pedro Herrero
http://www.humormio.blogspot.com.es/2014/04/apocalipsis.html

1.976 – Hispania I

Angel-Olgoso  Salí al pasillo y supliqué educadamente a mis vecinos que cesaran en su vocinglería. Como es natural, fui ofrecido a la ira de la familia: me tumbaron de espaldas sobre la mesa del salón, apaleándome con un vivo sentido del ritmo, extirparon mis ojos y mi lengua, me desollaron la piel a tiras, cortaron manos y pies y arrancaron brazos y piernas, desmembrándome por completo.
Resultaba extremadamente curiosa su espontaneidad, casi rayana en el desapego, y se veía a padres e hijos persuadidos de la eficacia de su labor, en absoluto impelidos por animosidad alguna. Parecía bastante probable que, de un momento a otro, habría de prescindir de toda mi sangre, que borboteaba y manaba de forma espléndida y corría zumosa. Lamenté en verdad que se prodigara hasta empapar aquel tapete de ganchillo, poseedor, por lo demás, del intemporal encanto de la artesanía. Al final, quizá un tanto arbitrariamente desde mi parecer, me separaron la cabeza del tronco con un hacha de cocina, sin embargo en modo alguno trato de sugerir descortesía por su parte, puesto que ellos no hacían más que ceñirse a los usos del lugar. La mesa producía ya el efecto de una aguilera con despojos: mi vesícula colgaba de las flores de plástico del jarrón y mis ojos, depositados en el cenicero de cerámica, aún describían una trayectoria semicircular. Pero al menos me extinguí con la convicción de haber defendido sustanciosamente mi derecho a la tranquilidad.

Àngel Olgoso
La máquina de languidecer – Ed. Páginas de Espuma, 2009

1.975 – Plik-plik

Muñoz Rengel  Entre las grietas rocosas veteadas de jade del desierto de Taklamakán, hay un escarabajo de la familia de los tenebriónidos que cuando dice plik-plik quiere decir plasplás, y cuando dice plasplás quiere decir plik-plik. Nosotros pasamos por encima de estos pequeños insectos ignorándolos por completo, sin llegar a reparar en que el signo de inteligencia del escarabajo de Taklamakán contiene en su esencia el acto más puramente humano, aún más distintivo de nuestra especie incluso que la risa, la condición sobre la que se asientan las hipótesis científicas, el arte y la vida en sociedad: la capacidad de mentir.

Juan Jacinto Muñoz Rengel
El libro de los pequeños milagros – Ed. Páginas de Espuma, 2013

1.974 – Balcones engalanados

julia otxoa_2  Cada año coincidiendo con la conmemoración del día de la patria, se coloca a los disidentes en fila india en la Avenida de la Libertad, y a la vista del numeroso público que acostumbra a asistir entre expectante y amedrentado a este tipo de espectáculos, el especialista armado con una estaca de roble les arranca la cabeza con un golpe seco, este cometido es realizado siempre por la misma persona, generalmente se trata de alguien muy bregado en este tipo de escarmientos, tarea para la cual se prepara intensamente durante todo el año.
Una vez que las cabezas han volado por los aires, se recogen y se colocan lavadas y peinadas en las ventanas y balcones por donde pasará poco después el desfile de fervientes patriotas que van a honrar como todos los años la enseña nacional en la Plaza Mayor.

Julia Otxoa
Retrato de familia con fantasma- Ed. Menoscuarto – 2013

1.973 – Once años

manuel moya  No lo hice a posta. Salí de aquel pueblo una mañana de abril con todos los catálogos. No había hecho más que doblar dos o tres curvas cuando se desató la tormenta. Creo que me confundí de carretera y como no había carteles, acabé en el quinto infierno. Pasé por tremendas tempestades, por pruebas difíciles y tentaciones sin cuento y de todas escapé. Al llegar a una especie de aldea desierta vi a una anciana y le pregunté el camino a casa, pero ella se encogió de hombros y al cabo apareció con un ciego. El ciego, que se llamaba Tiresias, me escuchó en silencio y me dibujó en un croquis el camino que debía tomar. Al llegar a casa el perro me reconoció, pero vi que la fachada estaba cuarteada y sucia. Llamé al timbre. Una mujer que llevaba en la mano unas madejas de lana, se quedó de piedra al verme con la maleta en el suelo y la carpeta de los catálogos bajo el brazo. Era mi mujer. Te creía muerto, musitó con miedo y dio un paso hacia atrás. Me disponía a entrar en casa, cuando escuché el llanto de un bebé. La miré desconcertado. Han pasado once años, se excusó temblando. Volví sobre mis pasos, me metí en el coche, encendí un cigarro, giré la llave, el motor gruñó. Creo que eso fue todo.

Manuel Moya
Caza mayor. Ed. Baile del Sol.Tenerife.2014

1.972 – Alivio

alonso ibarrola  Los domingos es el día de visitas más concurrido en las residencias de ancianos. Acuden familiares y amigos con rostros compungidos. Cuentan a los internados sus tristezas, sus desgracias, sus problemas… Qué enorme alivio experimentan éstos cuando se van.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/