2.032 – La segunda Babel

Muñoz Rengel  La segunda vez que decidieron construir una torre para llegar al Cielo, Él estaba demasiado ocupado como para haber notado nada extraño. Hacía milenios que no les prestaba ninguna atención. Ellos, pese a sus múltiples lenguas, lograron entenderse los unos a los otros, y encumbraron la construcción más alta que nunca antes se hubiera levantado sobre la superficie de la tierra. Ahora Él sigue en sus cosas, y a través de la serpenteante pendiente de ladrillo y argamasa los hombres empujan una enorme guillotina.

Juan Jacinto Muñoz Rengel
El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013)

2.012 – Razones

Muñoz Rengel  Cuando los asesinatos de mujeres se llegaron a hacer habituales en la prensa diaria, dijeron haber descubierto la hormona homicida responsable de la violencia de género. Después, dijeron que un laboratorio había sintetizado hacía tiempo la sustancia, y que era posible que algunas personas de oscuras intenciones la hubieran estado suministrando diluida en la bebida, en el café.
Más tarde, por fin, se hicieron públicos los documentos que revelaban los detalles de la primera fase experimental de un plan de invasión alienígena.
Pero no.
No era nada de eso.

Juan Jacinto Muñoz Rengel
El libro de los pequeños milagros. Ed.Páginas de Espuma, 2013

1.999 – Géneros

Muñoz Rengel  En el planeta Axz, él es quien queda fecundado, quien protege los huevos en su bolsa incubadora, y quien alimenta a las crías con sus dos hileras de mamas después de la eclosión. Ella deposita los huevos maduros dentro de la bolsa de él, para que los fertilice. Pero su naturaleza la inclina a la caza y a las expediciones en las vastas llanuras de zinc. Su armadura de placas es más resistente, y los anillos óseos de su larga melena están naturalmente diseñados para la guerra.
En el planeta Zxa todo es igual. Si bien, en su extraña lengua, a él lo llaman ella , y a ella él.

Juan Jacinto Muñoz Rengel
El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013)

1.975 – Plik-plik

Muñoz Rengel  Entre las grietas rocosas veteadas de jade del desierto de Taklamakán, hay un escarabajo de la familia de los tenebriónidos que cuando dice plik-plik quiere decir plasplás, y cuando dice plasplás quiere decir plik-plik. Nosotros pasamos por encima de estos pequeños insectos ignorándolos por completo, sin llegar a reparar en que el signo de inteligencia del escarabajo de Taklamakán contiene en su esencia el acto más puramente humano, aún más distintivo de nuestra especie incluso que la risa, la condición sobre la que se asientan las hipótesis científicas, el arte y la vida en sociedad: la capacidad de mentir.

Juan Jacinto Muñoz Rengel
El libro de los pequeños milagros – Ed. Páginas de Espuma, 2013

1.686 – Ciclos

Muñoz Rengel   Al igual que mis padres, aprendí cuando aún era un niño las labores de la labranza y a cuidar un escaso rebaño de apenas unas pocas reses escuálidas. Viví en la austeridad y el hambre hasta el fin de mis días. Después, nací en el seno de una familia griega que me procuró una buena educación y llegué a servir como maestro de los hijos de un aristócrata magnánimo. Cuando morí, me encarné como primogénito de unos ricos comerciantes y llegué a poseer una flota de naves que transportaba mercancías por todo el Mediterráneo. Luego fui un jeque de Oriente. Todavía después, en mi penúltima resurrección, fui el príncipe heredero de una de las naciones más poderosas del planeta. Como vi que la cosa siempre iba a más, para ahorrarme tiempo en prolegómenos, me corté la cabeza. Ahora soy el escarabajo que recoge los excrementos de unas reses escuálidas. A veces, las gigantescas pezuñas golpean con fuerza cerca de mí. Las miro y pido fuerzas al cielo para no sucumbir a la tentación y no quitarme de nuevo la vida.

Juan Jacinto Muñoz Rengel

Mar de pirañas. Menoscuarto Ediciones. 2012

1.675 – Ganado

 Muñoz Rengel En las regiones del norte de la comarca, inesperadamente, una vaca había comenzado a hablar; dominaba todas las lenguas romances, tres lenguas caucásicas, cuatro lenguas muertas, el sánscrito, el japonés y el persa. En la zona más árida de la llanura, no tardó en aparecer otra vaca que había sido capaz de desarrollar la demostración de la conjetura de la distribución de los ceros de la hipótesis de Riemann. Más tarde, llegaron noticias de una tercera, en los valles de la aldea de Ivy, que tenía intención de publicar una teoría revisada y perfeccionada del materialismo dialéctico de Marx y Engels. En cuanto llegó a oídos del Gobernador que, desde que comenzaron a manifestarse estos fenómenos, las vacas habían dejado de dar leche, ordenó su inmediato sacrificio.

Juan Jacinto Muñoz Rengel

Mar de pirañas. Menoscuarto Ediciones. 2012

1.669 – Inexplicable

Muñoz Rengel  Tenía dos hijos gemelos, idénticos. Ella los vestía con la misma ropa, y les preparaba simétricos desayunos cada mañana. Ellos se comportaban de la misma manera y parecían tener una única personalidad. Los dos sacaban las mismas notas en el colegio, se magullaban la misma rodilla —el mismo día, a la misma hora—, les gustaba la misma chica, hablaban a la vez para decir una frase semejante. Ella los arropaba por igual cada noche, en sendas camas gemelas, cada uno bajo su propio edredón azul de plumas. Luego, se acercaba con sigilo a uno de ellos, siempre el mismo, y le susurraba al oído: «Tú eres mi favorito».

Juan Jacinto Muñoz Rengel

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