1.052 – Consecuencias

 —Yo la abrazaré bien fuerte y me la llevaré conmigo —gritan todos como uno solo y arrojan por la borda la cera con que iban a sellarse los oídos.
El barco avanza, envuelto en la niebla, mientras la melodía abruma a sus hombres hasta que nada parece existir más que el canto maravilloso. Ulises, junto al palo mayor, impone sus órdenes, pone rumbo hacia la isla convencido del valor de su tripulación, de su fuerza de voluntad.
Mientras tanto, en Ítaca, el sudario de Laertes, por fin terminado, cubre los cuerpos desnudos de Penélope y uno de sus pretendientes.

Jesus Esnaola

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