Abro un libro y desde él me observa Neruda con ojos de sapo. Afuera sopla un viento frío y llueve. Me quedo a leer toda la tarde esos versos torrenciales, palpitantes. Rescato sensaciones de cuando los leí por vez primera. Y vuelve el tiempo aquél, desde tan lejos, el tiempo aquel que estaba agazapado en el silencio, entre capas de olvido.La lectura
Abro un libro y desde él me observa Neruda con ojos de sapo. Afuera sopla un viento frío y llueve. Me quedo a leer toda la tarde esos versos torrenciales, palpitantes. Rescato sensaciones de cuando los leí por vez primera. Y vuelve el tiempo aquél, desde tan lejos, el tiempo aquel que estaba agazapado en el silencio, entre capas de olvido.