-No soy Teúl, estoy hecho de carne -dijo Mutezuma. Y, levantando sus vestiduras, mostró su cuerpo-. Soy tan humano como ustedes -afirmó con osadía, ocultando dudas.
Así tradujo doña Marina, nuestra lengua.
Meses después cientos de miles de guerreros muy bien apercibidos cargaban contra nuestros aposentos. Por consejo de Doña Marina, salió fuera Mutezuma, en la esperanza de moderar sus ímpetus. Allí resultó herido de tres piedrazos, que uno fuera en la cabeza y de él murió.
Dícese y soy testigo que fue aquella la primera, única, última traición de Doña Marina, celosa de la inicua pasión por cierta prohibida carne que sólo ella en Fernán Cortés conocía (pero que cabalgaba en todos los rumores).
Así tradujo doña Marina, nuestra lengua.
Meses después cientos de miles de guerreros muy bien apercibidos cargaban contra nuestros aposentos. Por consejo de Doña Marina, salió fuera Mutezuma, en la esperanza de moderar sus ímpetus. Allí resultó herido de tres piedrazos, que uno fuera en la cabeza y de él murió.
Dícese y soy testigo que fue aquella la primera, única, última traición de Doña Marina, celosa de la inicua pasión por cierta prohibida carne que sólo ella en Fernán Cortés conocía (pero que cabalgaba en todos los rumores).