1.152 – Un positivo

 ¡Imbéciles! ¡Exactamente! ¡Eso es lo que detecta esta máquina tan delicada que es mejor no tocar!
Podría intentar explicarle los mecanismos que influyen en la generación de los diferentes tipos de ondas cerebrales, o el proceso con el que hemos diseñado receptores para captar la señal de los sujetos a estudiar, pero no quiero abrumarle con tecnicismos. Y sí, ha entendido usted el proceso de verificación: hay que ponerse el casco tal y como ha hecho, apretar ese botoncito que nadie había pedido que tocara, y en caso de respuesta afirmativa, efectivamente se enciende esa luz roja, señor ministro.

David Reche Espada
Relatos en cadena. Cadena SER . Santillana Ediciones Generales, S.L. 2010

1.151 – Palabras

  Fresca, brillante, antihistamínica, bipolar… El hombre pasa la noche recortando palabras. Agridulce, estraperlo, inquietud… Le sirven todas. Las arranca de los periódicos y las mete a puñados en una bolsa hasta que a eso de las ocho, ella pasa bajo su ventana. Él, para celebrarlo, arroja el particular confeti sobre su melena. La mujer, sin levantar la cabeza, se sacude los vocablos. Con la desidia de siempre aunque hoy, tal vez, con menos aspereza. Ilusionado, el hombre regresa a su cuarto y retoma las tijeras. Qué otra cosa sino una habitación con ventana, qué otra cosa sino palabras es el amor no correspondido.

Isabel González González
Relatos en cadena. Cadena SER . Santillana Ediciones Generales, S.L. 2010
Ilustración: http://elbauldepalabras.blogspot.com.es/

1.150 – El arte de las transformaciones

 Creí dominar el arte de las transformaciones, pero no era más que un aprendiz de brujo. Un pequeño error, un gesto equivocado en el momento del conjuro y heme aquí, cuesta abajo en la rodada, hoy pato, mañana cucharita, montaña, arveja, premolar o polvo edulcorante. Y ahora, precisamente ahora, cuando por fin he logrado controlar tanta locura, reducirla a la ínfima sutileza de un cambio de opinión, ahora es cuando se quejan, absurdos, mis votantes.

Ana María Shua
Cazadores de letras. Minificción reunida.Ed. Páginas de Espuma 2009

1.148 – Personalidad múltiple

 Supe que estaba perdida desde que abandoné la modestia. A cada uno le llega su hora y yo, que había despotricado siempre de los autocomplacientes y de los adoradores de su propio ombligo, me hallaba ahora, castigo de Dios, no solo en su misma situación sino en situaciones múltiples.
Sucedió una mañana, muy temprano, a la hora exacta de las teletiendas. Sin ganas de escribir, incurrí en el vicio nefando de teclear mi nombre en un buscador de Internet. Con comillas, sin comillas, completo o abreviado, el caso es que allí salían páginas y más páginas. No estaba mal como recordatorio (cuándo di yo esa charla) o como álbum de fotos para observar cómo me han tratado los años. Ojalá lo hubiera dejado ahí, pero el orgullo mata. Entre las entradas en las que figuraba mi nombre, he aquí que aparece una mujer homónima que se dedica a la cirugía, y otra que presenta telediarios, una firmante de manifiestos antitodo y otra bibliotecaria y así miles y miles de vidas posibles. Desde entonces no puedo dormir. Me levanto a cada instante para ver si les ha pasado algo a las otras o si siguen vivas.
Me preocupan dos en especial, una declarada en franca rebeldía por un juzgado de Móstoles (qué habrá hecho) y otra suscrita a un foro de sadomaso.
Así se me pasan las mañanas. Rebuscando libros de leyes por si consigo salvarme y huyendo de anuncios de látigos y tachuelas. Tengo la sensación de que hay cosas que me estoy perdiendo y de que en algún momento puedo acabar presentando las noticias vestida de cuero negro.
Estoy por ponerme en contacto con las otras, pero lo mismo me respondo yo y me da algo.


Pilar Galán

Paraiso posible. Ed. De la Luna libros. Abril 2012

http://editorial-delalunalibros.com/paraiso-posible-pilar-galan-miguel-angel-mu%C3%B1oz

http://www.santiagoapostol.net/revista04/galan.html

 

1.144 – Tito en Pafos

 ¿Con quién andará Monterroso en el más allá? -pregunta Paqui. Will le contesta que seguro que se encuentra en el Pafos, recorriendo las mesas de Horacio, Quevedo y Gracián; aquella otra que comparten Melville, Chéjov, Faulkner y Thomas Mann; o la de Julio Torri, Lugones, Salarrué y Arreola, bebiendo en la cantina de Afrodita, vaya usted a saber qué… Mientras charlan todos animadamente, Rulfo y Calvino asienten en la barra, en silencio, y Tito esboza una leve sonrisa andando de aquí para allá, en tan grata compañía, ahora que -por fin- los fastidiosos periodistas han dejado de preguntarle por qué no escribe una novela. Quizá porque no saben que Lo demás es silencio.

Fernando Valls
http://paginasdeespuma.com/autores/fernando-valls/
http://cvc.cervantes.es/actcult/monterroso/obra/silencio.htm

 

1.143 – Meditación del vampiro

 En el campo amanece siempre mucho más temprano.
Eso lo saben bien los mirlos.
Pero tiene que pasar un buen rato desde que surge la primera luz hasta que aparece definitivamente el sol. Manda siempre el astro en avanzadilla una difusa claridad para que vaya explorando el terreno palmo a palmo, para que le informe antes de posibles sobresaltos o altercados. Luego, cuando ya tiene constancia de que todo está en orden, tal como quedó en la tarde previa, se atreve por fin a salir. Su buen trabajo le cuesta después recoger toda la claridad que derramó primero. Por eso se ve obligado a subir tan alto antes de caer, para que le dé tiempo a absorber toda esa luz y no dejar ninguna descarriada cuando se vuelva a hundir por el oeste.
Luego en el campo, paradójicamente, se hace de noche también muy pronto.
Los mirlos apagan sus picos naranjas y se confunden con el paisaje.
Y agradecido yo, me descuelgo y salgo.

Hipólito G. Navarro
Los últimos percances. Ed. Seix Barral – 2005

1.142 – Justicia poética

 Diciembre. La nieve cubre las calles con lentitud minuciosa. Es casi de noche. Ya comienzan a encenderse alternativamente las ventanas. Tras una de ellas, el ínclito magistrado Goldberg lee la Constitución junto a la chimenea. A sus pies, calzados con dos ridículas pantuflas, dormita un dóberman. De súbito el can se incorpora y rompe a ladrar con insólita furia hacia la pared, sacando abruptamente al magistrado de su docto embeleso. Pero en la pared no hay nada, salvo inofensivas pinturas neoclásicas. El perro, no obstante, sigue ladrando con creciente intensidad, ahora hacia el techo. Por prevención, el magistrado –que es un hombre cobarde– saca del armario su arcabuz y empieza a cargarlo tembloroso. Pobre diablo. Ignora que nada podrá hacer contra mí, su enemigo intangible, pues soy el narrador de esta historia. Es hora de que pague por su ancestral negligencia como juez. Empezaré apagándole repentinamente el fuego de la chimenea.

Javier Puche
http://puerta-falsa.blogspot.com/2009/02/justicia-poetica.html