1.142 – Justicia poética

 Diciembre. La nieve cubre las calles con lentitud minuciosa. Es casi de noche. Ya comienzan a encenderse alternativamente las ventanas. Tras una de ellas, el ínclito magistrado Goldberg lee la Constitución junto a la chimenea. A sus pies, calzados con dos ridículas pantuflas, dormita un dóberman. De súbito el can se incorpora y rompe a ladrar con insólita furia hacia la pared, sacando abruptamente al magistrado de su docto embeleso. Pero en la pared no hay nada, salvo inofensivas pinturas neoclásicas. El perro, no obstante, sigue ladrando con creciente intensidad, ahora hacia el techo. Por prevención, el magistrado –que es un hombre cobarde– saca del armario su arcabuz y empieza a cargarlo tembloroso. Pobre diablo. Ignora que nada podrá hacer contra mí, su enemigo intangible, pues soy el narrador de esta historia. Es hora de que pague por su ancestral negligencia como juez. Empezaré apagándole repentinamente el fuego de la chimenea.

Javier Puche
http://puerta-falsa.blogspot.com/2009/02/justicia-poetica.html

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