3.426 – En exclusiva

     Encontraron el cadáver de la gloriosa y anciana actriz flotando en la piscina de su espléndida mansión. Pronto la policía detuvo a un muchacho, su notorio acompañante se declaró culpable de su muerte. Aprovechó sus últimos meses de vida en la cárcel, para escribir una especie de biografía o «memorias». Las vendió en exclusiva, a buen precio, a un semanario sensacionalista. Indicó que los emolumentos le fueran entregados a su anciana madre. Lo ejecutaron en la cámara de gas antes de que la revista pudiera dar por finalizada la publicación de su biografía. Precisamente el último capítulo se publicó una semana después de su fallecimiento. En el mismo contaba y explicaba con todo género de detalles la muerte ocasional de la actriz que, borracha perdida, tuvo la desgraciada ocurrencia de arrojarse a la piscina repentinamente, sin que él pudiera impedirlo. Explicaba también que se había confesado culpable porque le hacía mucha ilusión ver publicada su biografía en una revista y rogaba a su madre que recortara todos los capítulos y los pegara en un álbum. La madre, compungida, así lo hizo y todas las noches, antes de apagar la luz, besaba con ternura y emoción el álbum de los recortes.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/

3.425 – Don Francisco de Quevedo…

    Don Francisco de Quevedo, poeta que compuso el romance de Escarramán, fue estudiante muy pobre en su mocedad; pero andando el tiempo vino a ser rico y a tener un hábito de Santiago. Supuesto esto, visitaba a una señora, a quien los más caballeros de la Corte visitaban muy de ordinario, y cansado de tantos compañeros, díjole un día:
—Vuesa merced, señora doña fulana, ha de morir comida de caballeros, como otras se comen de piojos.
Respondióle:
—Vuesa merced, que sabe de lo uno y de lo otro dígame, por su vida, ¿quiénes comen más: los caballeros o los piojos?

Juan de Arguijo
Cuentecillos para el viaje – Editorial Popular – 2011

3.424 – Mi esquizofrenia

    Mi esquizofrenia va de mal en peor: mi segunda personalidad dice que, como no se lleva bien con la primera, se aliará con la tercera para mitigar su soledad. La primera, entre tanto, alega que, por más esfuerzos que hace, no logra congeniar con la segunda, razón por la cual formará alianza con la cuarta, habida cuenta de que si la tercera se lleva bien con la segunda, es imposible que se lleve bien con ella. Afortunadamente, me he mantenido al margen de esta absurda disputa y no he sido involucrado en lo que, a todas luces, es una malsana maraña de incomprensiones.

Armando José Sequera
Ciempiés. Los microrelatos de Quimera. Ed Montesinos

3.421 – Despistada

   Tardaban en abrir la puerta. Verificó que el número del departamento fuera el correcto. Tantas veces había estado frente a una casa equivocada o acudido a una cita el día después que más le valía confirmar.
Sonrió acordándose de los tropiezos de su mente. De niña olvidaba los suéteres en la banca del colegio, de jovencita las gafas, los nombres de los maestros y los cumpleaños de los novios. El despiste había crecido con la edad. Un día regresó a casa en autobús, su marido sorprendido por la tardanza le preguntó por el auto: lo había dejado estacionado frente al trabajo. Repetidas veces trató de subirse a un coche ajeno y forcejeó con la cerradura hasta que el dueño la sorprendió.
Nadie abría la puerta. Se asomó por las ventanas.
Las persianas cerradas sólo enseñaban la capa de polvo sobre el esmalte.
Se hizo de noche. Las campanadas de la iglesia a los lejos la aclararon. Había olvidado su propia muerte.

Mónica Lavín

3.420 – La devoradora de hombres

    Ella escoge a sus víctimas en una discoteca del conurbano. Los atrae con un perfume dulce que les hace perder el juicio y enseguida los invita a conocer su casa. Allí disfruta del sabor de sus besos desmedidos, del roce con sus pieles transpiradas, de la tibieza de los fluidos y los resuellos sobre la almohada. Para el final, siempre tiene listo un champagne frío en la cocina, y un pozo abierto en el jardín del fondo del tamaño suficiente para sepultar sus huesos.

Martín Gardella

3.419 – Evo

    Anoche soñó que en el cole volvían a llamarle gallina. Se despertó embarazado y puso un huevo que vino a llenar el vacío que sentía por dentro. Ya en la oficina, solicitó baja por paternidad: un mes para incubarlo y cinco de debida crianza. Encaramado sobre su huevo hace patucos de punto mientras medita sobre la injusticia de una sociedad que no protege los derechos de los padres solteros. Ya no tiene trabajo, mas se siente realizado: escribirá un ensayo al respecto.

Alberto Corujo
Mar de pirañas. Menoscuarto. 2012

3.418 – David

    De día lo contemplaba entre los miles de visitantes de la Academia. Por las tardes se escondía detrás de alguna de las innumerables estatuas del piso superior y en la oscuridad bajaba anhelante hasta estar cerca de David.
Le acercaba un pequeño caracol del mar de coral, una gota del perfume de su pubis, una moneda de espuma o acaso un espejo invisible. Susurraba pétalos de vida y acercaba los latidos de su corazón al níveo, sedoso y firme pecho de su amado.
Una noche, apenas rozó con sus labios el hombro de su adorado, él olvidó siglos de mármol, descendió del pedestal y sus rizos parecieron movidos por un aliento de ángel. Se amaron con pasión de amantes primigenios.
Por la mañana, el vigilante dijo: qué extraño: hoy David sonríe.

Dina Grijalva Monteverde

3.417 – La hora postrera

    A., en el lecho, se percató de que la única solución aceptable era rezar. Con grandes esfuerzos mentales, acertó a decir: «‘Santa Gema y San Gabriel, amparadme!». Repitió la jaculatoria, que tantos sudores le había costado recordar, cien veces pues no recordaba bien si había que repetirla cien veces para ganar un día de indulgencia o bastaba con pronunciarla tan sólo una vez para ganar cien días de indulgencia. Por si acaso empleó el sistema más fatigoso… Resulta increíble la buena voluntad que es capaz de desarrollar una persona cuando cree que su última hora está cercana.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/