2.110 – El abuelo

alejandro bentivoglio3  Está en la sala familiar. Permanece inmóvil, incluso luego de oscurecer. No responde a los que le hablan, ni siquiera a sus más íntimos amigos. Con el transcurso de los días descubrimos que ya no se alimenta. Sabemos que aún respira, pero ya hemos desistido de buscarle conversación. Su mutismo es irreversible.
Finalmente alguien lo coloca en una maceta y allí lo dejamos.
Procuramos regarlo dos o tres veces por semana.

Alejandro Bentivoglio
Por favor sea breve 2. Ed. Páginas de espuma. 2009

2.109 – Vidas cruzadas

flavia Company  Tener una hermana gemela no es algo que se escoja -tiempo al tiempo- pero, y eso puedo asegurarlo hoy con una certeza absoluta, es algo que no se elegiría aunque así pudiera hacerse. Me dirán que dependerá del caso, que habrá gustos para todo, que a cada cual le va según su experiencia. Pues no: puedo asegurarles con una convicción incuestionable que, en el fondo del fondo, a nadie le gusta verse repetido y ya desde su nacimiento conocer una de las verdades más aplastantes con las que, tarde o temprano, todos debemos enfrentarnos: no somos únicos.
Tenemos que conformarnos, no obstante, con la suerte que nos toca. De un modo u otro, mi hermana gemela y yo hemos ido cumpliendo años en armonía, si bien es cierto que, en más de una ocasión, al mirarme en el espejo he pensado que yo no era yo, sino ella y, por el contrario, al mirarla a ella he llegado a pensar que se trataba de mí. Sé que a mi hermana le ha sucedido otro tanto. Ni siquiera nuestros padres han podido distinguirnos. Es difícil entender semejante confusión si no se ha sufrido nada similar, pues parece sencillo detectar los límites de la propia persona.
Sea como fuere, hasta ahora siempre habíamos estado de acuerdo sobre el momento y las características de nuestros pactos. Por ejemplo, habíamos coincidido en el deseo de intercambiamos el marido durante una semana. O el trabajo. Nunca había habido problemas después con la devolución de nuestras vidas o, por decirlo de otro modo, siempre había estado claro a quién correspondía cada marido, cada trabajo, cada casa o cada problema. Hasta ahora, insisto. Porque el asunto del embarazo ha trastornado las facultades mentales de mi querida hermanita que, estando embarazada yo, insiste en mantener la loca idea de que este embarazo es en realidad suyo, aunque no sea a ella a quien se le note. Dice que el hijo que yo llevo dentro le pertenece, que yo no soy más que el receptáculo en donde el bebé está creciendo y que, una vez salga al mundo deberé entregárselo a sus verdaderos padres, es decir a ella y a su marido. Y como siempre ha sido más hábil que yo con el lenguaje, ha convencido de semejante despropósito no solo a nuestros esposos y padres sino, lo que es peor y más grave aún, al ginecólogo y al mundo entero, que ha comentado su caso en la prensa y, aunque parezca mentira, se ha puesto de su parte. ¿O de la mía?

TITULAR: «Una japonesa da a luz al hijo de su hermana».

Flavia Company
Trastornos literarios,La vida en prosa .Textos de ficción basados en un titular publicado en la prensa escrita. Ed. Páginas de espuma. 2011

2.108 – La guerra ideal

javier_ximens  Las figuras del ajedrez, en perfecta ordenación, son ejércitos dispuestos a matarse por defender a su rey. Cuánto más me gustan amontonadas en la caja, las fichas mezcladas, ya sean blancas o negras, al margen del rango y sexo, tumbadas unas sobre otras, en una hermosa orgía bicolor. Ojalá así fueran las guerras de verdad: una reina bajo un peón, el rey besando al alfil, dos torres de la mano sin que nadie las mire mal, y un final en tablas, sin vencedores ni vencidos.

Javier Ximens
http://ximens-montesdetoledo.blogspot.com.es/2014/09/la-guerra-ideal.html

2.107 – El carpintero

david_lagmanovich_jmv  José aceptó el anuncio del ángel sobre el embarazo de su mujer, María, con tranquilidad y sin demasiadas averiguaciones. No prestó mucha atención al asunto, pues estaba preocupado por las condiciones de una madera, desconocida para él, de que había oído hablar. Al parecer ese material procedía de Oriente: tendría que esperar el paso de una caravana para obtener algunos tablones. Con ellos elaboraría muebles para sus amos romanos, los únicos que pagaban un buen precio por su trabajo. La cuestión del Mesías le interesaba también, pero menos. Después de todo, un buen carpintero no tenía por qué meterse en política.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed Menoscuarto. 2007

2.106 – Errores lingüisticos

pilar galan6

UNO
Desde que supo que bonsái era el grito de guerra de los karatekas tiene miedo a acercarse al jardín. Estas plantas enanas tienen las mismas malas pulgas que los perros pequeños.
DOS
Contempla con otros ojos la ensalada desde que supo que aderezarla significa ponerla derecha. Echa la sal como quien pasa revista.
TRES
Elementos que intervienen en la comunicación lingüística : el abión, el tren y correos. Toma ya el emisor y el receptor. Por plasta

Pilar Galán
Relatos relámpago, Editora regional de Extremadura. Mérida, 2007

2.104 – Presumida

Alberto_gonzalez_  No parece el entorno ideal para una sirena, pero a ella se la ve contenta; tirada en la alfombra con esa postura de horizonte parece pensar en las maravillas que le corresponden por su naturaleza, mientras intenta destacar entre el gentío inanimado para que la niña la prefiera a ella, aun a riesgo de que por preferir entienda arrancarle su colita de plástico escamado.

Alberto González
Futuro imperfecto.Clara Obligado ed. lit. 2012

2.103 – Fama póstuma

neus_aguado_56444  La pintora Alba del Canal era famosa porque en su primera juventud había pintado un efebo y lo había titulado El efebo. La crítica fue unánime al afirmar: «No se sabe si contemplamos a un adolescente o a una adolescente, es verdaderamente genial tanta ambigüedad». A raíz de este hecho, que se remonta en su trascendencia a la antigua Grecia, la pintora no había vuelto a pintar nada que provocara la atención de la crítica; pero eso sí, la gloria le duró varios lustros. Incluso después de muerta fue recordada por El efebo y no por sus ochocientas acuarelas de Venecia. Acuarelas que le ocasionaron un artritismo considerable, del cual murió a los ochenta y cuatro años.

Neus Aguado
Por favor sea breve.Ed. de Clara Obligado. Editorial Páginas de espuma.2001