Los esquimales

a_maria_shua Un grupo de esquimales juega a la pelota golpeando con paletillas de morsa una piel de foca rellena de musgo y arcilla. Todos conocen los ciento treinta y dos nombres de la nieve, pero no todos manejan el bate de hueso con la misma habilidad, no todos arponean ballenas con lanzas atadas a vejigas de caribú bien infladas, no todos pueden arrastrar dos focas muertas al mismo tiempo, no todos pueden alzar a un oso por las patas de atrás y revolearlo como si fuera una liebre: algunos sólo saben contar historias. Sin embargo, como cada año hay dos largos meses sin sol, los cazadores comparten con ellos el alimento. No solo de carne y grasa vive el hombre, sobre todo en la oscuridad.

Ana María Shua

El domador de ombúes

ombu (2)Un ombú amaestrado es un espectáculo digno de verse. Los hay capaces de resolver problemas matemáticos simples (sumas y restas), aunque muchos afirman que es un truco. Hubo un domador que exhibió a su ombú dando vueltas a la pista en un monopatín, causando destrozos en la platea y pánico entre los niños. Entonces el director del circo atacó al ombú con un hacha, pero aparentemente el accidente fue una excusa, aparentemente algo había entre ese solitario gigante de las pampas y la mujer del director. El domador cobró el seguro y nunca quiso contar nada.

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Casa de Geishas. La que no está

a_maria_shuaNinguna tiene tanto éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia. Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman distraídos, tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la única, a La Que No Está.

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El caballo volador

ana maria shua 8 En todas las versiones de este cuento clásico el caballo es de madera o de metal. La princesa es siempre bellísima y está encerrada más allá de las nubes. Su lujosa prisión suele ser un palacio que flota en aire por arte de magia y otras veces una torre muy alta.
Un príncipe es el héroe: monta en el caballo volador y se gana el amor de la princesa. En algunas versiones el caballo despliega sus alas. En otras, vuela llenando la tripa de aire.
Curiosamente, el inventor de semejante prodigio es un sabio feo, insignificante, en ocasiones malvado, que entregaría con gusto la facultad de inventar caballos voladores a cambio de ser hermoso y valiente, a cambio de ser el príncipe, a cambio de lograr el imposible amor de la princesa.
Exactamente lo mismo le pasa al autor del cuento.

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Casa de Geishas.Sofisticación

ana maria shua 5La más generosa es Rosaura, la del sexo prensil, que a los hombres alquila y a las mujeres presta. Gracias al sexo de Rosaura, cualquier mujer puede retener indefinidamente al hombre que ama, o a un cliente que no haya pagado sus honorarios. Pero se ve obligada a soltarlos cuando lo tiene que devolver a su verdadera dueña, la generosa Rosaura.

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Casa de Geishas. Delegaciones extranjeras

ana maria shua 7Grande es la Casa, grande es su fama. A veces se reciben delegaciones del extranjero, como ese grupo de zombis que viene recorriendo América, mostrando en todos los burdeles sus certificados de defunción (pero nadie les cree, son pobres, son haitianos, están muertos) para probar que no murieron de sida.

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Casa de Geishas. Ataduras

a_maria_shuaMuchos prefieren que se los ate y la calidad de las ataduras varía, como es natural, de acuerdo con el peculio de la gozosa víctima: desde lazos de seda hasta lazos de sangre. Y es que en el fondo nada ata tanto como la responsabilidad de una familia (ciertamente el más caro de los placeres-sufrimientos).

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Casa de Geishas.La herramienta feroz

ana ma shuaDesoyendo los consejos de sus compañeras, en sus tradicionales atuendos de mucama, enfermera o religiosa, Catalina insistió en la túnica muy larga y en la herramienta feroz. A pesar de que la sensatez preveía el rechazo, resultó ser una de las más solicitadas: muchos se complacen en jugar con ella sabiendo que nunca podrían tomar y dejar a voluntad a la auténtica mujer de la guadaña.

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