Ana María Shua
Categoría: Ana María Shua
El domador de ombúes
Ana María Shua
Casa de Geishas. La que no está
Ninguna tiene tanto éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia. Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman distraídos, tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la única, a La Que No Está.
Ana María Shua
Casa de Geishas. Caricia perfecta
No hay caricia más perfecta que el leve roce de una mano de ocho dedos, afirman aquellos que en lugar de elegir a una mujer, optan por entrar solos y desnudos al Cuarto de las Arañas.
Ana María Shua
El caballo volador
En todas las versiones de este cuento clásico el caballo es de madera o de metal. La princesa es siempre bellísima y está encerrada más allá de las nubes. Su lujosa prisión suele ser un palacio que flota en aire por arte de magia y otras veces una torre muy alta.
Un príncipe es el héroe: monta en el caballo volador y se gana el amor de la princesa. En algunas versiones el caballo despliega sus alas. En otras, vuela llenando la tripa de aire.
Curiosamente, el inventor de semejante prodigio es un sabio feo, insignificante, en ocasiones malvado, que entregaría con gusto la facultad de inventar caballos voladores a cambio de ser hermoso y valiente, a cambio de ser el príncipe, a cambio de lograr el imposible amor de la princesa.
Exactamente lo mismo le pasa al autor del cuento.
Ana María Shua
Casa de Geishas.Sofisticación
La más generosa es Rosaura, la del sexo prensil, que a los hombres alquila y a las mujeres presta. Gracias al sexo de Rosaura, cualquier mujer puede retener indefinidamente al hombre que ama, o a un cliente que no haya pagado sus honorarios. Pero se ve obligada a soltarlos cuando lo tiene que devolver a su verdadera dueña, la generosa Rosaura.
Ana María Shua
Casa de Geishas.Sofisticación
Para los más sofisticados (pero admitamos que se trata de una perversión muy cara), la madama está en condiciones de contratar los servicios de su propia esposa.
Ana María Shua
Casa de Geishas. Delegaciones extranjeras
Grande es la Casa, grande es su fama. A veces se reciben delegaciones del extranjero, como ese grupo de zombis que viene recorriendo América, mostrando en todos los burdeles sus certificados de defunción (pero nadie les cree, son pobres, son haitianos, están muertos) para probar que no murieron de sida.
Ana María Shua
Casa de Geishas. Ataduras
Muchos prefieren que se los ate y la calidad de las ataduras varía, como es natural, de acuerdo con el peculio de la gozosa víctima: desde lazos de seda hasta lazos de sangre. Y es que en el fondo nada ata tanto como la responsabilidad de una familia (ciertamente el más caro de los placeres-sufrimientos).
Ana María Shua
Casa de Geishas.La herramienta feroz
Desoyendo los consejos de sus compañeras, en sus tradicionales atuendos de mucama, enfermera o religiosa, Catalina insistió en la túnica muy larga y en la herramienta feroz. A pesar de que la sensatez preveía el rechazo, resultó ser una de las más solicitadas: muchos se complacen en jugar con ella sabiendo que nunca podrían tomar y dejar a voluntad a la auténtica mujer de la guadaña.
Ana María Shua