Desoyendo los consejos de sus compañeras, en sus tradicionales atuendos de mucama, enfermera o religiosa, Catalina insistió en la túnica muy larga y en la herramienta feroz. A pesar de que la sensatez preveía el rechazo, resultó ser una de las más solicitadas: muchos se complacen en jugar con ella sabiendo que nunca podrían tomar y dejar a voluntad a la auténtica mujer de la guadaña.
Ana María Shua