1.141 – Hércules

Para mi padre, que me enseñó las letras que conforman el nombre de mi hijo.

 De todos mis trabajos, el más arduo es llevar a mi hijo al colegio. No solo por lo mucho que le cuesta levantarse, o por la parsimonia con que desayuna, en un ritual sin prisa, guiado por Bob esponja o los Pitufos, o por lo enormemente difícil que resulta quitarle el pijama y vestirle, peinarle, atarle los cordones de los zapatos y conseguir que entienda que debe dejar de jugar. Lo más cansado, lo que me deja agotado y sin fuerzas es apretarle la mano, pequeña y calentita, que me tiende en cuanto salimos a la calle. Cabe en la mía, se ajusta como una pieza de Lego, y yo consumo casi todas las energías de la jornada en abarcarla, en abrazarla por entero tratando de contener, un poco cada día, la fuerza imparable que le hace crecer, la fuerza que se me resiste cada mañana y que acabará por arrebatármelo entre bandadas de adolescentes, que caminan sin padre al colegio, libres por fin del beso en la puerta, dejando atrás un rastro de semihéroes vencidos, con talones acribillados de flechas y túnicas ensangrentadas.

Pilar Galán

Paraiso posible. Ed. De la Luna libros. Abril 2012

http://editorial-delalunalibros.com/paraiso-posible-pilar-galan-miguel-angel-mu%C3%B1oz

http://www.santiagoapostol.net/revista04/galan.html

Foto de Rufino Vivas (El Periódico Extremadura)

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