Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata. Dio tres pasos hacia atrás, y nos observó a todos detenidamente. Luego, me señaló con el dedo, «el más bajito», dijo, como si yo hubiese hecho algo malo.-¿Cómo te llamas? -me preguntó.
-Manuel.
-¿Tienes hambre?
-Sí, ¿usted tiene pan?
-Claro que tengo pan, en casa tengo todo lo que quieras.
-¿Y allí no caen bombas?
-No, cariño, es un lugar muy seguro, incluso tengo un tiovivo.
-¿Qué es un tiovivo, señora? -ella sonrió.
-No me llames señora, llámame mamá.
Ahora sí que no entendía nada.
Jesús Arribas Navarro