El aparatito

Luisa-ValenzuelaLos años pasan, los recuerdos quedan, se congelan y se llenan de aristas y dobleces. El amable señor de edad avanzada, tan atildado y recto, un verdadero dandy, se nos acercó en el aeropuerto con la sana intención de impresionarnos, a mi hija y a mí. Piloto de fórmula uno, había sido. Ni mosqueamos. Había tenido un yate para navegar por el Caribe; sonreímos distraídas. Prestamos más atención cuando dijo que su gran amigo de juventud había sido el Che Guevara. «Yo le apretaba el aparatito a él, él me apretaba el aparatito a mí», agregó. Ni tiempo tuve de alzar las cejas. El señor tan atildado -saco de tweed, chaleco color canario- se apresuró en tranquilizarnos: «Los dos éramos asmáticos», aclaró como al descuido.

Luisa Valenzuela

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