Todo lo que quiero es aprender a olvidar tu triste nombre mientras una muchacha se desata frente a mí su única sonrisa tan cenicienta como una premonición tan reciente como una mentira tan frágil como el recuerdo o el hojaldre. Todo lo que quiero es aprender a olvidar tu triste nombre pero no sé si emborracharme como casi nunca o llorar porque no hay nada en este instante tan irrelevante tan familiar tan educadamente estúpido como las únicas palabras con las que me consuelo ingenuamente: su tabaco, gracias.