1.835 – Vasos comunicantes

Pedro Herrero_110921  A poco de ingresar en la cárcel para cumplir una larga condena, empecé a cavar un túnel desde el suelo de mi celda. Al principio actué movido por un impulso de rebeldía y careciendo de las habilidades necesarias para conseguir mi objetivo, cegado por la idea de burlar a mis carceleros. Pero pronto descubrí un extraño placer al dar forma a un proyecto de superación personal, que acabó por convertirme en un experto en la materia.
Calculo que estaba a pocas jornadas de atravesar los muros que me separaban del exterior, cuando llegó el indulto que me puso de patitas en la calle. Y confieso que, al margen del alivio que supuso prescindir de la rutina carcelaria, abandoné el penal con menos euforia de la que habría experimentado si -en lugar de salir por la puerta principal- hubiera huído a través de mi modesta pero eficaz obra de ingeniería. Así que no me sorprendí en absoluto, recién estrenada mi nueva etapa como hombre libre, cavando al otro lado de las altas torres coronadas de alambradas, con la intención de conectar el tramo restante. No es que quisiera volver a mi oscura celda solitaria. Nada de eso. Lo hice para que mi prestigio alcanzara conmigo la libertad.

Pedro Herrero
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