Una excusa para viajar a París

Francisco Rodriguez CriadoEstoy cansado de vivir siempre en la misma ciudad. Me gustaría salir al mundo, viajar. A París, por ejemplo. Sí, París estaría bien. Mudarme a la capital francesa y escribir los Trópicos antes de que se me adelante Henry Miller; diseñar y construir una gigantesca estructura metálica a la que podría llamar la Torre Eiffel; levantar el castillo de Versalles; respirar el mayo del 68 o dar un paseo por la orilla del Sena acompañado de Víctor Hugo. Pero, claro, todo eso es imposible ya… Si algún día voy a París tendré que conformarme con avistar en el cielo las cigüeñas y sus cestitas de mimbre cargadas de recién nacidos. Unos amigos que han estado allí hace poco me han dicho que es un espectáculo no exento de cierto atractivo, a fin de cuentas.

Francisco Rodríguez Criado

Elogio de la lectura II (o No todos los caminos llevan a Roma)

pilargalan3El camino de Delibes va de uno al que se le muere la madre, como a mitad del libro. Luego, el padre, un sinvivir, pobre. Y al final, creo que se va o una guerra o algo.

-Creo que no hemos leído tú y yo el mismo libro.

-Desde luego que no, señorita, que el mío lo cogí de la biblioteca y aún no lo he devuelto. 

Pilar Galán

Diez ejercicios – 6. Metáforas del héroe

marco deneviJonás hostiga a la ballena, la provoca, la insulta, le dice que se aprovecha de los peces pequeños pero que es incapaz de devorar a un hombre, la llama mojarrita, arenque y otros epítetos injuriosos. Al fin la ballena, harta, se traga a Jonás sin hacerle el menor daño. Una vez dentro del vientre de la ballena, Jonás empieza a correr de aquí para allá, da puñetazos y puntapiés, profiere terribles alaridos. Al cabo de una hora la ballena, enferma de náuseas, lo vomita sobre una playa. Desde entonces Jonás cuenta a todo el mundo sus aventuras con la ballena, inventa episodios fabulosos o sangrientos, convierte la hora que pasó dentro del estómago de la ballena en días, en meses, en años enteros. Afirma que la ballena le tuvo miedo.

Marco Denevi

ABC de las microfábulas. B

letra_BBenito el burro buzna y re-buzna. Brama en la borrasca buscando besar a la bella burrita borrada por un brujo con brutas bendiciones brahmánicas.
Benito la busca bajando la barranca, la busca por el bosque brindándole bombones y bananas, la busca basándose en bramidos bravos y en bruscos berridos.
Bulversante.
Benito será burro mas no bruto ni belicoso, sus berrinches son bienintencionados. La bella burrita en el bajío lo barrunta y bebe brindando por su buenaventura.
En el Bar Baro el brujo bárbaro blasfema entre broncas, borracho de birra y brandy barato, la buzarda biliosa, bloqueado en su bufante brujería cuando Benito, bramando como bullterrier, como bólido le birla su burrita con un beso blando, brutal, babeante, bilateral, batiente, billonario.

Moraleja
El que no llora no ama.

Luisa Valenzuela

Hijos

ildiko nassr2Mis hijos salen casi de noche de la escuela. Es peligroso. Son pequeños y aquí oscurece tan temprano. Los padres hemos formado cuadrillas para buscarlos y repartirlos en sus casas.
Ya ubicados en el hogar, les damos la cena, conversamos un poco y los mandamos a la cama.
Como todos los niños se parecen, muchas veces no me doy cuenta de que siempre son niños distintos los que viven conmigo.

Ildiko Nassr

Se habian…

mario bebedetti2Se habían encontrado en la barra de un bar, cada uno frente a una jarra de cerveza, y habían empezado a conversar al principio, como es lo normal, sobre el tiempo y la crisis, luego, de temas varios, y no siempre racionalmente encadenados. Al parecer, el flaco era escritor, el otro, un señor cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera, empezó a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de poder escribir.
– No crea que es algo tan estupendo -dijo el Flaco-, también hay momentos de profundo desamparo en los que se llega a la conclusión de que todo lo que se ha escrito es una basura; probablemente no lo sea, pero uno así lo cree. Sin ir más lejos, no hace mucho, junté todos mis inéditos, o sea un trabajo de varios años, llamé a mi mejor amigo y le dije: ‘Mira, esto no sirve, pero comprenderás que para mi es demasiado doloroso destruirlo, así que hazme un favor; quémalos; júrame que lo vas a quemar’. Y él me lo juró.
El señor cualquiera quedó muy impresionado ante aquel gesto autocrítico, pero no se atrevió a hacer ningún comentario. Tras un buen rato de silencio, se rascó la nuca y empinó la jarra de cerveza.
– Oiga, don -dijo sin pestañear-, hace rato que hemos hablado y ni siquiera nos hemos presentado, mi nombre es Ernesto Chávez, viajante de comercio y le tendió la mano.
– Mucho gusto -dijo el otro, oprimiéndola con sus dedos huesudos-, Franz Kafka para servirle.

Mario Benedetti