Los científicos de la Antigüedad creían que, al morir, quedaba grabada en la retina de nuestros ojos la última imagen que habían visto. Suponían, por tanto, que buscando en ella encontrarían el rostro del asesino en el momento de asestar la puñalada definitiva, como si se tratara de una placa fotográfica, revelando su identidad. Por ese motivo, las víctimas de crímenes violentos aparecían con frecuencia con las cuencas de los ojos vacías.
Hoy sabemos que no es así.
Sin embargo, los asesinos, precavidos, siguen matando por la espalda.
Un comentario en «1.616 – Los asesinos precavidos»
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El «porsiacaso» maneja muchos de nuestros ademanes… Es como la superstición o la creencia de brujas: no existen, pero haberlas hailas. Los asesinos precavidos valen por dos.
ME HA GUSTADOOO.
Un saludo