Le llaman el de los barcos, aunque vive en el desierto.
Sentado a la puerta de su jaima, con un té en la mano, Abdel cuenta su historia a todo el que quiera escucharla.
Siendo muy joven, sus padres le enviaron al extranjero a hacer sus estudios universitarios. Cuando regresó, Abdel era ingeniero naval, pero su país había perdido el mar. Se lo quedó Marruecos, aprovechando la salida de España de su colonia, que confinó al pueblo saharaui al interior del desierto.
Desde entonces todos le llaman Abdel el de los barcos, porque sabe cómo hacerlos, pero vive en el desierto.
Sentado a la puerta de su jaima, con un té en la mano, Abdel entorna a veces los ojos y en el horizonte infinito de arena, entre las dunas, ve alejarse la silueta de los barcos que nunca hizo, sus bodegas llenas de los sueños no cumplidos de su pueblo.
Un comentario en «1.526 – Abdel el de los barcos»
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Triste situación y triste vergüenza de la que nos tenemos que arrepentir los que nacimos muchos años después. Muy buen micro reivindicativo. Me ha gustado mucho.