Cambié por ella, para parecerme al hombre que siempre quiso ver en mí. Abandoné mis costumbres y me adapté a sus horarios, dejé de frecuentar amistades que a ella le molestaban. Ahora por las noches me busca melindrosa, se acerca a soplarme detrás de la oreja para que me disuelva, para mezclarme con ella y vaciarnos los dos en un nuevo organismo que nos acoja y nos contenga. Labios y brazos, piernas y sexos enroscados formando parte de una sola criatura de movimiento suave y jugoso. Busca inútilmente aquello que conseguíamos cuando yo era yo.
Un comentario en «1.513 – El otro»
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Estoy de acuerdo. Eso es lo malo de pretender cambiar a las personas: que lo consigas.