Fue muy triste dejarla en la perrera durante el verano, pero era imposible llevársela en el viaje. Cuando regresaron, meneó la cola con su eterna alegría y se tumbó en su cesta, tan cariñosa como siempre. Pero cuando desvalijaron la casa, ni siquiera ladró.
Espido Freire
Cuentos malvados. Ed . Páginas de espuma, 2010