1.217 – Todos los viernes

Para Carmina,a quien tanto me hubiera gustado parecerme.

 Todos los viernes llego del instituto con un hambre feroz de patatas fritas. Voy todo el camino pensando en un plato enorme, repleto, puesto en el centro para acompañar la carne. Doraditas, grandotas y gordas como le gustan a mi hermano José María, pequeñas y crujientes, como yo las prefiero. Se me hace la boca agua al imaginarlas. Llevo desde las siete de la mañana sin comer y a las tres llego rabiosa. Mi madre lo sabe, y nos fríe muchas patatas para que empecemos con fuerza el fin de semana.
Todos los viernes, subo las escaleras, abro la puerta y me recibe el olor de las espinacas que he dejado cocidas por la mañana y los filetes que mi marido acaba de hacer para que los encuentre calientes. Y me doy cuenta de que por conductos, arterias o venas cuyo nombre se me escapa, aún viajan de la cabeza al corazón y de ahí al estómago, aquellos días mágicos en que el amor olía a aceite de oliva y la felicidad inundaba el rellano.

Pilar Galán

Paraiso posible. Ed. De la Luna libros. Abril 2012

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