Mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina guardo las mentiras en el cajón de los cubiertos, junto a los cuchillos, la vergüenza en el de los trapos de secar, la angustia en el escurreplatos, la soledad en el escobero, la tristeza en el frigorífico y cierro la puerta de la cocina sin hacer ruido, para que no se enteren de que me he marchado.