Hablaban siempre de una reencarnación que les permitiría besarse en público. Murieron juntos, en un accidente, en una de sus citas clandestinas. Él reencarnó en un elefante de circo y ella en una petunia. Como la vida de las petunias es muy breve, se produjo un fuerte desfase. En la siguiente reencarnación, los dos fueron humanos, pero con sesenta y tres años de diferencia. Ella llegó a ser Papa y él una graciosa niña a la que se le permitió besar su anillo en una audiencia.