Tenía tantas ganas de que le pasara algo, que dejó pasar a Albino.
Se quedó a cenar.
Y a dormir.
Y, por la mañana, quiso desayunar.
Albino se quedó a vivir.
Al cabo de los años, el vino se agrió.
Una tarde de invierno, cerró la puerta y echó a andar.
Tenía tantas ganas de que le pasara algo…
4 comentarios en «Y Albino, vino»
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¡Gracias, Carlos!… Aunque esa foto es de la era cuaternaria… 🙂
Carlos, esta Alejandra, que ya ha aparecido por aquí varias veces, es todo un prodigio de síntesis. Tendrás que ponerla más a menudo: creo que su ego lo aguantaría y tus lectores diARIOS (REPITO: DIA-RIOS) lo agradecríamos.
Saludos mediterráneos,
Alberto Granados
bella narrativa.. Ale me da tanto gusto leerte!!.. un abrazo desde Texcoco