Ver y contar

maria c ramos La sirena nadó con desesperación y fue llamando a sus hermanas a medida que regresaba al fondo marino. Una vez junto al bosque de coral, cuando se creyó rodeada por sus iguales, contó lo que había visto. Seres sin cola de pez, desplazándose por la arena de la orilla, con extrañas membranas de color cubriendo partes de sus cuerpos. La descripción fue rica y minuciosa, sólo interrumpida por el acelerado ritmo de sus branquias. Nadie le creyó.
Como la joven insistía fue llevada a la corte de ancianos, quienes, con el fin de que sentara cabeza, la condenaron a escribir diariamente y con rigor de detalles lo que ocurría en un radio de media milla submarina.
Desde entonces, cada vez que salía a la superficie, disfrutaba del sol y, cantaba, pero con los ojos cerrados. No obstante, tenía sueños extraños. Soñaba con un ser sin cola de pez, que en la deseada orilla de arena estaba obligado a escribir una página triste, donde no tenían cabida las sirenas.
María Cristina Ramos

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