Su novia acababa de comprar una cámara digital. Le hacía fotos y fotos que eran la misma, contra el gotelé parduzco. Una y otra y otra. Todas con las mismas sombras cruzadas, mal puestas, con las crestas de la pintura agigantándose contra la pared.Hasta que consiguió los ojos y la sonrisa descreída de Chloë Sevigny en Boys don’t cry.
«Mira. Por fin eres tú.»
Elena García de Paredes