2.934 – Juego inconcluso

Amelia Domínguez  Se encontraba desnuda en una inmensa pradera, tendida sobre el pasto. La rodeaban cientos de conejos que jugaban saltándole encima, hurgando en su piel con las naricillas, mordisqueándola como a hierba fresca.
Le gustaba que la acariciaran con el tibio pelaje y retozar con ellos hasta quedar exhausta.
Sin embargo, cuando más placentero le resultaba aquello, venía corriendo un hombre con un fuete en la mano y hacía huir a los conejos.
Giró hacia la derecha: al verlo a su lado como todos los días, sintió rabia y repulsión.

Amelia Domínguez Mendoza

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