2.885 – Talgo

Ruben Abella  En realidad Ticiano iba a Córdoba, pero al ver a aquella mujer montando en el Talgo de Valladolid, supo que tenía que cambiar de destino. Compró el billete, cruzó corriendo el pasaje subterráneo y se subió al tren segundos antes de que partiera.
Avanzó por el pasillo resollando, apoyándose en los respaldos de los asientos. Colocó la maleta en el portaequipajes y, lanzando un sonoro suspiro, se sentó junto a la mujer. Ella lo miró con curiosidad. Sus ojos de azúcar corroboraron lo que él ya sabía: estaba a punto de conocer a su esposa.
O al menos eso es lo que a Ticiano, solterón octogenario y recalcitrante, le hubiera gustado contarle a sus nietos.

Rubén Abella
Los ojos de los peces. Ed. Menoscuarto, 2010

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