2.867 – Sacrificio

Ruben Abella  A pesar de que lo odiaba, Juan hizo todo lo que pudo por salvar a Pablo, su hermano gemelo. No pensó en sus diferencias mientras le agarraba la mano desde la orilla del río para evitar que se lo llevara la corriente. Tampoco tuvo en cuenta que en casa Pablo era el rey, el favorito, y que él, más alocado, menos dócil, lo único que recibía era desprecio. Todo eso se le pasó por la cabeza más tarde, cuando la policía encontró el cuerpo flotando entre los juncos, y los padres, apartando a los curiosos, corrieron hacia su hijo vivo y lo abrazaron como nunca antes lo habían hecho.
-Menos mal que tú estás bien, Pablo -dijeron, llorando.
-Pobre Juan -se lamentó Juan, y lloró con ellos.

Rubén Abella
Los ojos de los peces. Ed. Menoscuarto, 2010

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