Yo tengo mucha fuerza de voluntad. La tengo aquí, en esta caja de madera con incrustaciones de nácar. La caja era mi abuelo paterno y vino con él de Beirut, pero estaba vacía. Ahora la uso para acumular los excedentes de energía vital que de otro modo, ciertas noches, me provocarían insomnio. Obligada a la oscuridad y la quietud, la energía vital se convierte al poco tiempo en fuerza de voluntad de excelente factura que podría ponerme ahora mismo si quisiera, si tuviera sólo tuviera ánimo para abrir la maldita caja.
Ana María Shua
Cazadores de letras. Minificción reunida. Ed. Páginas de espuma, 2009