No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
Alejandro Jodorowsky
No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
Alejandro Jodorowsky
Hace dos años inauguraron un cementerio en el predio baldío aledaño a mi casa. Poco a poco se fue poblando de tumbas, algunas lujosas, pobres y apenas señaladas por cruces la mayoría. Como es de suponer, se trata de muertos nuevos, que siguen añorando su antigua condición de vivos. Por la noche se asoman sobre los muros medianeros y asustan a mis perros, que ladran desesperados. Yo me escondo bajo las frazadas hasta que sale el sol.
Víctor del Val
Hasta el fin de sus días, Perseo vivió en la creencia de que era un héroe porque había matado a la Gorgona. Si, justamente a una mujer de la edad, la experiencia, de los recursos (la mirada) de la Gorgona. Lo que ocurrió fue que Medusa, en cuanto lo vio de lejos, se enamoró de él. Ya estaba harta de hombres de piedra. Quería a su lado a un muchacho joven, de carne y hueso, vivo. Ardiendo, pues en deseos, bajó los párpados y permitió que Perseo se acercase. Terrible error el de esta mujer enamorada: Perseo le cortó la cabeza.
Marco Deveni
Esto se cuenta acerca de Meng Hsie.
En episodios anteriores he despertado solo o acompañado, con y sin resaca, tiritando de frío o bañado en sudor. Pero esto de hoy es inaudito, no tiene nombre: me he despertado creyendo en dios. Con fe firme. Sin resquicios.
Tomo un vasito de agua y regreso a la cama. Ruego a nuestro señor para despertar ateo y con ganas de hacer pis, según tengo por costumbre.
Choan C. Gálvez
Siempre encerrada entre estas cuatro paredes, inventándome mundos para no pensar en esta vida plana, unidimensional, limitada por el fatal rectángulo de la hoja.
Ana María Shua
Un joven jardinero persa dice a su príncipe:-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana: me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana, ¿por qué le hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán
Jean Cocteau
El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda en las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revolver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre esta muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.
Virgilio Piñera
Dos monjes, Tanzán y Ekido, viajaban juntos por un camino embarrado. Llovía a cántaros y sin parar. Al llegar a un cruce se encontraron con una preciosa muchacha, vestida con un kimono y un ceñidor de seda, incapaz de vadear el camino.
-Vamos, muchacha -dijo Tanzán sin más. Y, levantándola en sus brazos sobre el barro, la pasó al otro lado.
Ekido no dijo ni una sola palabra, hasta que, ya de noche, llegaron al monasterio. Entonces no pudo resistir más.
-Los monjes como nosotros -le dijo a Tanzán- no deben acercarse a las mujeres, sobre todo si son bellas jovencitas. Es peligroso. ¿Por qué lo hiciste?
-Yo la dejé allí -contestó Tanzán-. ¿Es que tú todavía la llevas?
Anónimo japonés