¿A cuantos habrá alimentado la Biblia entre exégetas, impresores y encuadernadores?
Georg Christoph Lichtenberg
¿A cuantos habrá alimentado la Biblia entre exégetas, impresores y encuadernadores?
Georg Christoph Lichtenberg
El primer día de enero se despertó al alba y ese hecho fortuito determinó que resolviera ser metódico en su vida. En adelante actuaría con todas las reglas del arte. Se ajustaría a todos los códigos. Respetaría, sobre todo, el viejo y buen abecedario que, al fin y al cabo, es la base del entendimiento humano.
Para cumplir con este plan empezó como es natural por la letra A. Por lo tanto la primera semana amó a Ana; almorzó albóndigas, arroz con azafrán, asado a la árabe y ananás. Adquirió anís, aguardiente y hasta un poco de alcohol. Solamente anduvo en auto, asistió asiduamente al cine Arizona, leyó Amalia, exclamó ¡ahijuna! y también ¡aleluya! y ¡albricias! Ascendió a un árbol, adquirió un antifaz para asaltar un almacén y amaestró una alondra.
Todo iba a pedir de boca. Y de vocabulario. Siempre respetuoso del orden de las letras la segunda semana birló una bicicleta, besó a Beatriz, bebió Borgoña. La tercera cazó cocodrilos, corrió carreras, cortejó a Clara y cerró una cuenta. La cuarta semana se declaró a Desirée, dirigió un diario, dibujó diagramas. La quinta semana engulló empanadas y enfermó del estómago.
Cumplía una experiencia esencial que habría aportado mucho a la humanidad de no ser por el accidente que le impidió llegar a la Z. La decimotercera semana, sin tenerlo previsto, murió de meningitis.
Luisa Valenzuela
Había una vez un hombre que era tejedor; tenía una mujer muy buena y muy linda; pero la había dado la manía de ser celoso y de figurarse que su honrada mujer le podía faltar. Una mañana, sabiendo que su mujer se había ido a confesar, y queriendo cerciorar de si sus sospechas eran ciertas, se puso un hábito de fraile y se sentó en el confesionario. Llegó la mujer, que lo había conocido y le dijo:
– Acúsome, padre, que he tenido amores con un mozo, después con un viejo y después con un fraile.
-Vete de aquí- le dijo el fingido fraile-no hay absolución para tales delitos.
Fuese enseguida a su casa y se puso a tejer; pero como estaba tan rabioso empezó a cantar para que lo oyese su mujer:
Acúsome padre, con mucho descoco
Que he tenido amores con un hombre mozo;
Después con un viejo, después con un fraile;
Y teje que teje, y dale que dale.
A lo cual ella, en la misma tonada, contestó de esta suerte:
– Si te lo dije, fue por ser verdad,
Puesto que te quise en tu mocedad;
Ayer siendo viejo y hoy siendo fraile;
Y teje que teje y dale que dale.
Con lo cual se quedaron tan amigos por ciento y un años.
Fernán Caballero
La cocinera dijo que no se casó porque no tuvo tiempo. Cuando era joven trabajaba con una familia que le permitía salir dos horas cada quince días. Esas dos horas las empleaba en ir en el tranvía 38, hasta la casa de unos parientes, a ver si habían llegado cartas de España, y volver en el tranvía 38.
Olaberri era un pesimista jovial. No encontraba en el mundo más que vanidad y aflicción de espíritu. No tenía fe más que en la cal hidráulica y en el cemento armado. Para él, detrás de toda satisfacción venía algo negro y doloroso, que eran principalmente las facturas.Pío Baroja
En todo caso, si después de haber sido uno te conviertes en otro, ya siempre seréis dos.
Juan José Millás
……
El lunes dejó de fumar. El martes empezó el régimen. No tuvo mucho problema para apuntarse al gimnasio el jueves, después de haber ido a trabajar andando el miércoles. Empezó a sentir las agujetas el viernes por la tarde, mientras hacía cola para ver si su nombre aparecía en las listas de la escuela de idiomas. El sábado lo pasó en casa, malhumorado y roto, agotado después de la limpieza general que incluyó baños y trastero. A las once de la noche del domingo, mucho después del partido, con el enésimo cubata de Dyc cola en la mano y el cigarro en la boca, apurando la segunda ración de orejas con tomate, comentó a sus amigos, desde el desgarro y la sinceridad más profundos, hay que ver, cago en la hostia, qué largas se me han hecho estas dos semanas.
Pilar Galán
-¡Ancas de rana, mi plato favorito! -exclamó la princesa, consolándose rápidamente de su reciente viudez.
Berna Wang
Los lobos, disfrazados de corderos, entraron en el redil y empezaron a murmurar al oído de las ovejas: «Hemos sabido de buena fuente que el perro es un lobo disfrazado»
Marco Denevi
Nos amamos frenéticamente fundiendo nuestros cuerpos en uno. Sólo nuestros documentos de identidad prueban ahora que alguna vez fuimos dos y aun así enfrentamos dificultades: la planilla de impuestos, los parientes, la incómoda circunstancia de que nuestros gustos no coinciden tanto como creíamos.
Ana María Shua
Usó todas sus voces, todos sus registros; en cierta forma se extralimitó; quedó afónica quién sabe por cuánto tiempo. Augusto Monterroso