Categoría: Raúl Brasca
El tiempo detenido
La loca que repite incansablemente la escena de la boda, cuando fue abandonada en el altar.
La madre del desaparecido que ve a un muchacho parecido a su hijo y en un absurdo sobresalto anula veinte años, amaga un grito que se deshace antes de serlo y articula en silencio el nombre tan querido.
Raúl Brasca
Felinos
Algo sucede entre el gato y yo. Estaba mirándolo desde mi sillón cuando se puso tenso, irguió las orejas y clavó la vista en un punto muy preciso del ligustro. Yo me concentré en él tanto como él en lo que miraba. De pronto sentí su instinto, un torbellino que me arrasó. Saltamos los dos a la vez. Ahora ha vuelto al mismo lugar de antes, se ha relajado y me echa una mirada lenta como para controlar que todo está bien. Ovillado en mi sillón aguardo expectante su veredicto. Tengo la boca llena de plumas.
Raúl Brasca
Pretende…
Pretende que yo estoy enamorada del amor y que a él sólo le interesa el sexo. Dejo que lo crea. Cuando su cuerpo me estremece, lo atribuye a sus muchas palabras. Cuando mi cuerpo lo estremece, lo atribuye a su propio ardor. Pero me ama. Y no lo saco de su engaño porque lo amo. Sé muy bien que seremos felices lo que dure su fe en que no nos amamos.
Raúl Brasca
Longevidad
No son las parcas quienes cortan el hilo ni es la enfermedad ni la bala lo que mata. Morimos cuando, por puro azar, cumplimos el acto preciso que nos marcó la vida al nacer: derramamos tres lágrimas de nuestro ojo izquierdo mientras del derecho brotan cinco, todo en exactamente cuarenta segundos; o tomamos con el peine justo cien cabellos; o vemos brillar la hoja de acero dos segundos antes de que se hunda en nuestra carne. Pocos son los signados con posibilidades muy remotas. Matusalén murió después de parpadear ocho veces en perfecta sincronía con tres de sus nietos.
Raúl Brasca
Revelación
Se detuvo abruptamente en mis ojos y no pude negárselos. Resbaló por mi cara mientras yo tragaba saliva y la nuez de Adán subía y bajaba despacio, recorrió mis labios, bajó rozándome tibiamente el cuello. El rubor ya había delatado mi derrota cuando me envolvió apreciativamente. Entonces aflojó la tensión, se volvió casual, y se apartó de mí con displicencia para enfocar de nuevo a su locuaz interlocutor que permanecía ajeno a todo. Fue una breve mirada, apenas unos segundos en los que conocí la pasión y perdí la inocencia.
Raúl Brasca
Me abandoné…
Caracol
Llave
Fue triste cuando mi padre, sin que ya se lo pidiera, me dio la llave de la casa. Yo era casi un adulto y él me la dio como quien pide permiso para envejecer.
Raúl Brasca
Polimorfismo
Sentado en la rama del árbol vecino, el chico miraba con codicia la manzana más madura. Tendió la mano para arrancarla y en el mismo momento recordó el pecado original que acababan de enseñarle en catecismo. Retiró la mano indeciso y buscó la serpiente enroscada en el tronco. No estaba. Son puras mentiras, se dijo y, como tantas otras veces, arrancó la manzana, la lustró frotándola contra la camisa y la mordió. Mientras masticaba, miró distraídamente la fruta mordida. Se paralizó. Escupió espantado lo que tenía en la boca y arrojó lejos el trozo que le quedaba. Había visto un pequeño gusano que emergía de la pulpa. Con el diablo nunca se sabe, pensó.
Raúl Brasca