1.631 – Furtivo amor

Pedro Herrero_110921 En la calle donde vivo hay un chico que me gusta. Él quizás no se ha dado cuenta aún, pero yo lo sé desde que su padre me invitó a su fiesta de cumpleaños cuando todavía éramos chiquillos. Lo he sabido siempre, aunque luego cambié de colegio y dejamos de ser compañeros en clase. Aunque apenas coincidíamos por el barrio, salvo cuando él y su padre bajaban a tirar la basura, casualmente a la misma hora en que yo llegaba del instituto. Aunque sólo de vez en cuando, en el supermercado (siempre acompañando a su padre, ¡maldita sea!) cruzábamos unas palabras. No me extraña que nunca se haya fijado en mí y que no haya sabido interpretar las escasas miradas furtivas que he podido dedicarle en todos estos años. Eso, al menos, es lo que pensaba hasta ayer, cuando finalmente hallé en mi buzón una invitación para ir a cenar a su casa. Y es lo que sigo pensando ahora, cuando he llamado a la puerta, y -tras decirme que el chico no está- me ha recibido su padre.

Pedro Herrero

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