La echó de menos nada más despedirse. También al levantarse esa mañana y avanzar hacia el trabajo. Tenía la sensación de que aquel no sería un día más. Cada escaparate le traía su recuerdo, identificaba a lo lejos su silueta aunque no fuera la de ella. Creía verla en las calles, sonriendo a otro hombre, hablando a una amiga, levantando el brazo para pedir un taxi. Se le había quedado aquel recuerdo grabado al verla marchar. Al igual que el aroma de su cabello recién lavado y la imagen de dos pequeñas gotas de sudor dibujadas en su frente. Pero lo que más lamentó fue que durante aquella noche juntos ni siquiera le hubiera preguntado su nombre.