Hasta chocarse con una pila de maderos, sobrevolar el muro en un eterno predecir dolores y colisionar de forma brusca sobre un suelo de tierra árida, Bruno no entendió la «Ley de la Inercia» postulada por Newton. No obstante resultó más hiriente comprobar como la gravedad atrajo a la bicicleta, que suspendida en el aire, cayó sobre su frente con esa exactitud tan característica de la ciencia.