Una tarde en que [Kafka] vino a verme (aun vivía yo con mis padres), y al entrar despertó a mí padre, que dormía en el sofá, en vez de disculparse dijo de una manera infinitamente suave, levantando los brazos en un gesto de apaciguamiento mientras atravesaba la habitación de puntillas: <Por favor considéreme usted un sueño>.
Max Brod