1.354 – El camarero

 «¡lmbécil!», profirió el cliente sentado en el velador de la terraza, cuando el camarero, distraídamente, dejó caer una gota de leche en su pantalón. El camarero, circunspecto, pidió perdón y se apresuró a limpiárselo. Su jornada transcurrió sin más incidentes dignos de reseñar. Una vez en su casa, al sentarse en la mesa para cenar, su mujer dejó caer una gota de vino sobre su pantalón, inadvertidamente. El camarero no dijo nada. Otro, en su lugar, la hubiese propinado una sonora bofetada.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

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