1.252 – Un celoso

 Minutos antes de que iniciara su número circense sorprendió a su mujer abrazando a otro, tras el carromato en que vivían. No tuvo ocasión de decirle nada. Les requirieron y se presentaron en medio de la pista, en medio de una atronadora salva de aplausos. En medio de la general expectación y de un silencio impresionante, fue lanzando los cuchillos uno tras otro delineando claramente en la madera la silueta de su mujer, que soportó todos los lanzamientos impertérrita. Cuando hubieron terminado y mientras saludaban al público sonrientes, él, entre dientes, acertó a decir: «Espero que esta noche me des una explicación».

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

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