1.199 – La cita

 De haber sabido lo que ocurriría después, ella habría ido a la peluquería y también se habría comprado un vestido atrevido para estrenarlo ayer, antes de precipitarse en el vacío desde el piso ciento tres del enorme rascacielos, cuando trataba de alcanzar un papel que el viento levantó de su mesa de trabajo y empujó hacia el exterior. Ya en el aire, todo hacía presagiar un porrazo incontestable pero, a la altura del piso cuarenta y dos, su cuerpo cayó en brazos de un joven providencial, de aspecto agradable y musculoso, que vestía un traje ajustado de lycra azul y rojo y una capa de conjunto, muy elegante, que se alzaba tanto como su bello tupé de color negro. A partir de ahí, el descenso fue un paseo delicioso hasta llegar a la calle, donde aquel galán se despidió cortésmente y partió de regreso a las alturas, no sin antes decir que sí, que hoy podrían volver a verse en el mismo lugar y a la misma hora. Y hoy estrena ella un nuevo vestido, elegido a conciencia, y se arregla con esmero para acudir a la cita con su misterioso salvador. Y a la hora convenida se lanza sin temor por la ventana de su estudio, y aprovecha la caída en picado por la fachada del inmueble para dar los últimos toques al maquillaje. Pero esta vez nadie la espera frente a la planta cuarenta y dos. Y al llegar a la catorce, convencida del plantón, se ve obligada a admitir que, si ya es duro bajar de una nube y tocar de pies en el suelo, más duro será tener que hacerlo de cabeza.

Pedro Herrero
Velas al viento. Los microrreelatos de La nave de los locos. Ed. Cuadernos del Vigía. 2010

2 comentarios en «1.199 – La cita»

  1. Pedro, excelente micro que enmaraña y desenreda con una facilidad pasmosa una trama romántica que acaba mal, o bien, según se mire.

    Un abrazo.

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